Este foco en la familia al final de la vida ha sido justamente el tema de la Jornada de 1era Jornada de Bioética celebrada a la UIC el pasado 18 de noviembre. Fue organizada por la Family Global Compact de Barcelona con el apoyo de varías entidades universitarias, entre ellas UIC, URL, UAO, IESE y Ateneo Santo Pacià. Diversos expertos del ámbito de la medicina, pastoral y académico que reflexionaron sobre el acompañamiento de la familia al final de la vida y el envejecimiento.
La Dra. Gabriella Gambino, del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, y principal impulsora de la Family Global Compact a nivel mundial, que analizó el cambio cultural que ha reducido la vida a una cuestión de mera autonomía, reivindicando la familia como espacio de cura y relación durante la enfermedad y la fragilidad.
El obispo auxiliar de Barcelona, Mons. David Abadías, destacó la importancia de la gente mayor en la vida de la Iglesia, resaltando que los ancianos «son portadores del Evangelio de la vida» y tienen un papel esencial en la transmisión de sabiduría y esperanza.
El Dr. Marc Grau, director del Instituto de Estudios Superiores de la Familia de la UIC, inició recordar la necesidad de «volvernos a enamorar del mundo y de la vida» y celebrando el crecimiento del Family Global Compact, impulso del papa Francisco, desde el Dicasterio de Laicos, Familia y Vida del Vaticano.
La Dra. Montserrat Grieta, decana de Blanquerna-URL, profundizó en el luto, recordando que «es el precio del amor» y que la sociedad actual ha perdido los rituales y las herramientas necesarias para afrontarlo adecuadamente.
Una mesa redonda abordó el valor de una vida larga, el papel de las residencias como hogares llenos de dignidad, la importancia de la esperanza en el envejecimiento y las implicaciones del testamento vital. Una segunda mesa remarcó el papel de las curas paliativas integrales, que buscan aportar «vida en los días», así como la distinción entre sedación paliativa y eutanasia, subrayando siempre el respeto incondicional por la dignidad de la persona.
La jornada concluyó con un llamamiento a acompañar la fragilidad como un auténtico privilegio, recordando que toda vida humana es un bien y merece ser cuidada hasta su último instante.