Panorama

Europa: situación y perspectivas

Ante las Elecciones Europeas 2024, Compañía de las Obras, próxima a «Comunión y Liberación» ha lanzado un documento titulado Un horizonte ideal para la paz que recuerda las ideas originales de los «Padres de Europa«, la situación actual y perspectivas futuras de este continente. Por su posible interés para nuestros lectores lo reproducimos a continuación:

La Europa desorientada
La Unión Europea está atravesando una etapa de dificultades, que empezó con las últimas crisis financieras, y luego se acentuó con la pandemia y la creciente competencia global. La falta de un crecimiento equitativo entre los estados miembros mina su autoridad moral, mientras que los conflictos que están en marcha ponen en peligro su estabilidad.

Las preguntas sobre el papel de la UE, su identidad y las principales cuestiones abiertas (entre ellas, la transición energética y la sostenibilidad, la natalidad, el sistema de bienestar y la inmigración, la armonización fiscal entre los países miembros, la política exterior y de defensa, la ética y la tecnología, y el déficit democrático en las instituciones) afectan al funcionamiento cotidiano de todo el sistema económico-social, desde las empresas hasta los ciudadanos. Pero sería abstracto afrontarlas sin partir de la emergencia que hoy amenaza, más que ninguna otra, la totalidad del proyecto.

La emergencia de la paz
Los graves conflictos armados que han estallado en los confines de Europa ponen a prueba de forma radical el futuro del experimento europeo. Hay que concentrar todos los esfuerzos en el compromiso por la paz. Es útil mirar al origen. En el centro del proyecto europeo no estaba la economía –que hoy en cambio es lo que prevalece–, sino la posibilidad de construir una paz estable y duradera. La colaboración entre países vencedores y vencidos de la Segunda Guerra Mundial fue decisiva para sentar las bases de un futuro común sin conflictos y la economía demostró ser el medio más concreto para llevarlo a cabo. Por desgracia, lo que solo debía ser un medio se convirtió en el fin. Ahora, el estallido de nuevas guerras y la carrera armamentística vuelve a situarnos trágicamente a todos ante un riesgo. Si la guerra se prolongara asistiríamos al fracaso definitivo e inapelable del proyecto de la Unión, lo que perjudicaría al futuro de toda la familia humana, como repite continuamente el Papa Francisco. El mero hecho de aceptar esta hipótesis como posible o incluso probable contradice el fundamento ideal sobre el que se construyó Europa.

Una Europa de pueblos por una democracia real
Para ofrecer un futuro de paz y solidaridad a los pueblos europeos, los padres fundadores partieron de un concepto de persona como “relación”. Con el tiempo, este concepto fue sustituido por otro más abstracto, el de “individuo”, atomizado y fragmentado, cada vez más temeroso y fácil de manipular, dando espacio a un poder tecnológico cada vez más “inteligente” o a organismos tecnocráticos que sustituyen las dinámicas democráticas libres. Las instituciones europeas tienen a veces la tentación de invadir campos que pertenecen a los diversos países, sin respetar sus tradiciones y culturas, en contra del lema oficial de la Unión, “Unidad en la diversidad”. En ese sentido, el Papa Francisco ha pedido una Europa que valore las diversas culturas que la componen, que han nacido de la experiencia histórica de sus pueblos y naciones (2023).

Implicarnos en la construcción europea
En un mundo multipolar, con nuevas amenazas de todo tipo, la Unión Europea (a pesar de todas sus contradicciones) ofrece un espacio político basado sobre el derecho y sobre la libertad que ofrece a sus miembros seguridad, cohesión social, instituciones democráticas, y también la posibilidad de ser protagonistas en el panorama internacional, de influir a favor de un mundo más justo, y por tanto de ser un factor de paz. Esto tiene una especial relevancia en la situación española, donde un espacio como el de la Unión sirve de garante del estado de derecho y de la separación de poderes, protegiendo, entre otras instituciones, la independencia judicial contra las injerencias políticas. Por eso, el Consejo que reúne a los obispos europeos, aun siendo consciente del cambio cultural y de la lejanía de muchas legislaciones respecto de la tradición cristiana, ha dicho que este proyecto debe ser apoyado y llevado adelante (2024). En un escenario como este, es fundamental apoyar en las elecciones europeas del 9 de junio de 2024 a las propuestas y candidaturas políticas que tengan en el corazón un horizonte ideal tendente en lo concreto al bien común de Europa, a partir de un compromiso incesante por la paz entre todos los pueblos y por la dignidad y libertad de toda persona. Retomando las palabras del Papa Francisco, “el gradual y paciente trabajo de construcción de una Europa unida, en ámbitos primero particulares y después cada vez más generales, ¿qué tenía dentro como inspiración? ¿Qué ideal, sino el de generar un espacio donde se pudiera vivir en libertad, justicia y paz, respetándose todos en la diversidad? Hoy este proyecto está puesto a prueba en un mundo globalizado, pero puede ser relanzado partiendo de la inspiración original, que es más actual que nunca y fecunda no solo para Europa, sino para toda la familia humana” (2023)