Liturgia

Domingo de Pascua (Ciclo B)

La muerte no tiene la última palabra. Tras el profundo y largo silencio del sábado santo, el sepulcro que acogió el cadáver de Jesús fue testigo del infinito poder de su Amor. Un testigo mudo pero elocuente. El sepulcro está vacío y esa es la gran noticia. No hay palabras para explicar la resurrección del Señor, solo signos, suficientes para creer aunque no se logre comprender.

Juan y Pedro corren al sepulcro, alertados por María Magdalena, y allí, lo que ven les lleva a creer. Hasta entonces no habían entendido las Escrituras, ni habían comprendido a Jesús cuando les hablaba de su muerte y resurrección. Ahora, ante el sepulcro vacío, ven y creen. La luz de la fe es tan potente que logra iluminar su inteligencia y disipa las tinieblas de su corazón.

Jesús ha vencido la muerte para siempre. La Vida divina devolvió al Señor a nuestro mundo, al tercer día, para no volver a morir nunca más. Esta es la esperanza que el cristiano está llamado a llevar consigo, el gozo de anunciar que Cristo vive, y que su vida nueva llena de sentido la nuestra.

Comentarios del evangelio: evangeli.net; opusdei.org

Otros recursos: varias homilías