Comentarios del Evangelio

Segundo Domingo de Pascua (Ciclo B)

El domingo siguiente a la Pascua de Resurrección se celebra el Domingo de la Misericordia, una fiesta que nos conduce a contemplar una realidad propia de Dios: su disposición permanente a compadecerse de la miseria humana y a ofrecer con liberalidad la única medicina capaz de sanarla, el perdón.

Precisamente, el evangelio de hoy narra el momento en el que Jesús regala a los apóstoles el gran remedio del perdón que, siendo exclusivo de Dios, es puesto en sus manos para que lo puedan donar a quien desee recibirlo. El Señor se aparece a sus discípulos reunidos en el cenáculo y tras mostrarles las huellas que dejó la crucifixión en sus manos y en el costado, les da el Espíritu Santo y, con Él, el poder de perdonar los pecados.

Tomás, uno de los Doce, no estaba presente en esa primera aparición de Jesús y no confió en el testimonio de los demás apóstoles: “si no veo… no creeré”. Al fin y al cabo, los otros discípulos habían creído porque habían visto a Jesús. El Señor, vuelve a aparecerse en el cenáculo e invita a Tomás a palpar los agujeros de los clavos en sus manos, y de la lanzada en su costado, para que logre afianzar su fe. Y Tomás vio, tocó y creyó.

Algo parecido sucede cuando se recibe el perdón de Dios en el sacramento de la Penitencia. Jesús, que conoce la condición humana, sabe que también necesitamos escuchar sensiblemente las palabras de perdón para creer, sin lugar a duda, que nuestra culpa ha sido borrada.

Dios no se cansa de perdonar, ni de repetir las mismas palabras a través de sus ministros, los sacerdotes. Su mensaje de aliento es siempre el mismo “yo te absuelvo… vete en paz”. Quien recibe el perdón de Dios es acogido en el abrazo de su misericordia.

Comentarios del evangelio: evangeli.net; opusdei.org; Biblia de Navarra

Otros recursos: varias homilías