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Cuidarnos. En busca del equilibrio entre la autonomía y la vulnerabilidad (Reseña)

Isabel Sánchez, Cuidarnos. En busca del equilibrio entre la autonomía y la vulnerabilidad. Espasa Calpe 2024, 208 pp. 

El libro de Isabel Sánchez es una invitación a reflexionar sobre el mundo del cuidado. El punto de partida es la constatación de que el cuidado es una dimensión esencial del ser humano. Toda persona nace con una condición limitada y vulnerable y, a la vez, con una apertura trascendente que la convierte en interdependiente. Pero el cuidado, podríamos decir, no es solo una necesidad, con su correspondiente connotación negativa, sino una forma de cultivo de la persona, de crecimiento individual y de la sociedad en su conjunto. En efecto, los seres humanos crecemos y nos realizamos al prestar ayuda y asistencia a las personas que necesitan de nuestro cuidado.

La autora desarrolla una mirada amplia hacia el cuidado salpicando su estudio con el relato de sucesos de su vida personal. De este modo el libro se lee con gusto y le aporta el valor añadido de la experiencia. Entre otras cosas, queda patente que una enfermedad grave puede conducir a quien la sufre a desarrollar una “mirada cuidadosa” hacia uno mismo y hacia los demás.

En una sociedad donde la autonomía personal es un valor casi innegociable y la capacidad de terminar con la propia vida se ha convertido en un derecho, ampliar la visión sobre el cuidado y comprender su potencial humanizador es abrir un camino positivo para hacer de nuestro mundo un lugar auténticamente habitable. El reto es doble, por un lado es preciso mostrar que una vida es digna no solo por su autonomía sino también por su interdependencia y vulnerabilidad. Por otra parte, una sociedad en la que el bienestar individual y el colectivo no viven en conflicto sino en colaboración resulta más humana.

El mundo del cuidado no se circunscribe solo y de forma exclusiva al ámbito de la salud. En este sentido, son ilustrativas las reflexiones que introduce la autora sobre otras realidades que se ven afectadas por la falta de cuidado como el trabajo o las relaciones interpersonales. Por ejemplo, resultan de interés los datos que aporta sobre un estudio científico realizado por la Universidad de Harvard que demuestra cómo “las buenas relaciones nos mantienen más felices y más saludables” (p. 135); también algunos casos que ponen en evidencia las consecuencias negativas de la realidad dolorosa de la soledad no deseada.

La autora no se limita a hacer un análisis sino que plantea algunas propuestas a diversos niveles para lograr, a través del cuidado, construir un mundo más humano. Por ejemplo, el autoconocimiento, el autocuidado, el fortalecimiento de las familias, el desarrollo del cuarto sector de la economía mundial, la educación, el diálogo como vehículo hacia el bien común o la religión como artífice de la paz.

Por último, el libro incluye iniciativas de diverso alcance y en variados países que apuestan por desarrollar una cultura del cuidado. Son señales, quizás, de la llegada de un nuevo paradigma cultural, como propugna la autora, en el que el cuidado se entiende como una realidad positiva y se vivencia como camino de crecimiento común. Sin duda serán fuente de inspiración para que otros se sumen desde su puesto de trabajo, en sus familias, o poniendo en marcha nuevos proyectos.