«Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.»
La libertad religiosa se puede defender también desde la dignidad humana y el reconocimiento de la apertura de la persona a la trascendencia. La Iglesia católica no duda en defenderla, especialmente desde el Concilio Vaticano II, que declaró sin ambages que
la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos. (Dignitatis Humane, n. 2)
Sin embargo, esta libertad es conculcada en no pocos países y lugares. Hay una ONG, llamada Puertas abiertas, fundada en 1955 por un cristiano evangelista y dedicada a dar soporte a los cristianos perseguidos, que hace un estudio anual de la persecución religiosa en el mundo. En el informe de ‘Puertas Abiertas 2024’, se recoge los datos sobre persecución a los cristianos en el mundo, entre octubre de 2022 a septiembre de 2023 y un listado de países con el triste récord de esta en la cabeza en la persecución de los cristianos.
La persecución en cifras
Las cifras, a las que se da poca publicidad en los medios convenciones, son aterradores. Según este informe, un total de 365 millones de cristianos sufren persecución en el mundo, cinco millones más que el año pasado, lo que supone que uno de cada siete cristianos es perseguido a nivel global. Durante ese periodo 4.998 cristianos fueron asesinados, 14.766 iglesias sufrieron ataques y 4.215 cristianos fueron detenidos.
A la vista de estos datos, uno se pregunta, dónde está el respeto a las personas y la libertad religiosa.
Modos de persecución
La persecución a los cristianos, a veces, tiene lugar de un modo descarado, asesinando, encarcelando secuestrando, atacando o quemando iglesias, o expulsando del país. Hay implacables y crueles persecuciones en la dictadura comunista de Corea del Norte, que tristemente ocupa el número uno en países que persiguen a los cristianos, según el citado informe. Según el citado informe, los creyentes cuando son descubiertos son deportados a campos de trabajo forzosos como criminales políticos, donde les espera una vida de durísimo trabajo constante a la que pocos sobreviven. Se estima que hay decenas de miles de cristianos recluidos en campos de trabajo por todo el país. En otras ocasiones son asesinados en el acto, al igual que sus familiares.
Una fuerte persecución a cristianos se da también en el norte de Nigeria por el grupo terrorista islámico Boko Haran desde hace 10 años. Las acciones van desde el acoso verbal, actitudes y acciones hostiles, a palizas, tortura física, confinamiento, aislamiento, violación, castigos severos, encarcelamiento, esclavitud, discriminación en la educación y el empleo y aun la muerte.
Hay otros grupos terroristas islámicos como el yihadista, que efectúan ataques en países democráticos, muchos de ellos a cristianos. Recordamos el yihadista que en enero de 2023 protagonizó un ataque en Algeciras que se saldó con la muerte del sacristán de una iglesia y varios heridos.
Es también conocido el comportamiento del régimen dudosamente democrático de Daniel Ortega, que ostenta el poder en Nicaragua desde hace 20 años. Desde 2018 ha emprendido a una fuerte persecución religiosa en el país, sin derramamiento de sangre, pero con acciones que incluyen expropiar propiedades, encarcelamiento o expulsión de obispos, sacerdotes y otros líderes religiosos e interviniendo universidades y radios católicas.
Hay países, que sin llevara a cabo una persecución tan llamativa, no respetan la libertad religiosa, y muchos cristianos no pueden vivir su fe, o son represaliados. Tal es el caso de algunos países islámicos como Irán o Arabia. En otros países, como China, la libertad religiosa está muy limitada y el régimen comunista ejerce efectivo control.
Templos cristianos han sufrido también ataques en la India por parte de radicales hindúes, especialmente en zonas rurales, con cierta complicidad del gobierno, de modo que en 2023 este país ha pasado a formar parte de los 10 países más peligrosos del mundo para profesar la fe cristiana (también los musulmanes han sufrido ataques). Detrás de los ataques existe la voluntad de algunos de hacer del hinduismo un elemento básico de la identidad nacional.
En otros países que formalmente aceptan los derechos humanos, entre ellos el nuestro, ocasionalmente existen faltas respeto a la libertad religiosa, en forma de acciones que implican difamación, injurias, burlas y discriminaciones, o acosos. Más sutil es la persecución a modo de cristiano-fobia o la iglesia-fobia manifestada al magnificar algún escándalo o actuaciones menos decorosas, al tiempo que se omite toda noticia positiva a favor de los cristianos o de la Iglesia. Conocemos también investigaciones políticas en sede parlamentaria, que parecen fuera de lugar, para interrogar a algún obispo o cardenal. No faltan tampoco leyes o acciones gubernamentales que prohíben rezar frente a clínicas abortivas, alegando coacción a la libertad de abortar.
¿Cómo reaccionar?
Los cristianos sabían desde el principio que encontrarían incomprensiones y persecuciones. Lo había advertido Jesús, «Os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas» (Mt 10: 17). De hecho, desde los tiempos apostólicos los cristianos ha sido perseguidos (Act 8:1, 11:19, 13:5). Seguir a Jesús implica no sólo superar respetos humanos, sino estar dispuesto a la persecución. La promesa es clara: «Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5:10) y también la ayuda divina para apoyar la disposición a sufrir con fortaleza hasta la muerte si es preciso, como atestigua la historia. Con todo, algunos ante la persecución sucumben, como la semilla de la parábola que cae entre pedregales (Mt 13:20-21), mientras que muchos otros perseveran hasta el fin, pudiendo repetir con san Pablo, “¿quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?” (Rom 8:35).
Esta actitud de aceptación no es óbice, sin embargo, para que los cristianos exijamos con toda energía y firmeza el respeto a la libertad religiosa para todos, al tiempo que nos unimos con la oración con nuestros hermanos perseguidos por seguir a Cristo.