Opinión Panorama

La Unión Europea: ¿va a seguir apoyando políticas de LGBTIQ+?

Las elecciones al Parlamento Europeo no solo entraña cuestiones políticas sino también morales. El humanismo cristiano de los fundadores de Europa está siendo seriamente erosionado. La pretensión del aborto como un derecho y la promoción de los mal llamados «derechos del colectivo LGTBIQ+», son dos ejemplos del tal erosión. Nos fijaremos en estos últimos.

Hay derechos humanos, innatos e iguales para todas las personas, pero no existe una base moral sólida para esos supuestos «derechos de los LGBTIQ+», que nunca se acaban de explicitar ni de justificar seriamente, pero sí que se expresan en presiones políticas para una educación escolar sexual basada en la ideología de género, en distorsionar la institución moral del matrimonio incluyendo la unión de personas del mismo género y en distorsionar el auténtico amor conyugal.

Estamos totalmente de acuerdo con el respeto incondicional a la dignidad de la persona humana, desde su concepción hasta la muerte, sea cual sea su condición, preferencias u orientación sexual, y los derechos humanos inherentes a todo ser humano en su doble condición de varón y mujer. En este sentido, desde el humanismo cristiano es necesario oponerse a todos tipo de vejaciones, desprecios o fobias a las personas por razón de género, pero respetando la condición sexual de la persona humana orientada a la reproducción y crianza de los hijos. 

En 2004 se estableció que el día 17 de mayo fuera el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia (IDAHOBIT). Este día marca el aniversario de la decisión de la Organización Mundial de la Salud en 1990 de desclasificar la homosexualidad como trastorno mental. Actualmente este IDAHOBIT se celebra con diversos eventos en más de 60 países. Bien está luchar contra toda fobia referida a personas, pero, con frecuencia, el odio consiste simplemente en expresar oposición a prácticas homosexuales, transexuales, y demás; y eso no es de recibo.

La Unión Europea ha querido sumarse a este Día Internacional con una Declaración del Alto Representante en nombre de la UE, donde se afirma: «La homofobia, la bifobia y la transfobia no tienen cabida ni en la Unión Europea ni en ninguna otra parte del mundo. Para velar por que nadie se quede atrás, debemos centrarnos en combatir las desigualdades y las múltiples formas interseccionales de discriminación. La igualdad, la libertad y la justicia deben aplicarse a todas las personas, independientemente de su orientación sexual real o percibida y de su identidad de género.» La redacción no suena mal pero es calculadamente ambigua: se utilizan términos con connotación positiva, como libertad, igualdad, libertad, justicia, no-discriminación pero sin demasiados detalles del contenido sin duda referido a los «derechos» mencionados. 

Rocío Orizaola en un artículo de  publicado en pasado 21 de mayo da cuenta del rechazo de nueve países europeos a esta declaración de la UE para la promoción de políticas LGTBIQ+, al entender que pretenden imponer más ideología de género. Concretamente, Italia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Croacia, Lituania, Letonia, República Checa y Eslovaquia,  decidieron no firmar esta declaración que buscaba la promoción de políticas europeas a favor de las comunidades LGTBIQ+.

Oriazaola informa también del caso de Italia, donde fuentes del Ministerio de la Familia, la Natalidad y la Igualdad de Oportunidades, aseguraban que la declaración estaba claramente inclinada con un enfoque ideológico que priorizaba excesivamente los temas de identidad de género. Eugenia Roccella, ministra de este departamento aseguró que su Gobierno «está comprometido contra la discriminación pero no con temas que niegan las identidades antropológicas masculinas y femeninas.» Es esta una declaración política, pero esta última afirmación encierra un claro contenido antropológico y ético.