La presencia real de Cristo en la Eucaristía no necesita señales extraordinarias para ser verdadera. Esta presencia viene avalada por las propias palabras de Jesús en la Última Cena: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo» (Mateo 26:26). Juan recoge la enseñanza más firme de Jesús sobre comer su cuerpo: «El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo» (Juan 6:51). «Si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros…porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida» (Juan 6:53–55). Jesús no corrige la interpretación literal de sus oyentes, aun cuando algunos lo consideran «duro» (Juan 6:60–66).
En la consagración del pan y del vino se produce lo que la teología denomina transubstanciación. En base a las palabras de Jesús en la Última Cena, el pan y el vino cambian su sustancia propia -aquello que subsiste bajo lo percibido por los sentidos – en la sustancia de Cristo, pero no de sus propiedades físicas. Por eso, no se espera que aparezca carne o sangre visibles en cada misa. En el pan y el vino consagrados son la sustancia de Cristo, pero permanecen los accidentes (sabor, color, olor…). No hay nada visible o extraordinario. Un milagro eucarístico, en cambio, interrumpe las leyes naturales, haciendo visible lo que normalmente permanece oculto. Los milagros extraordinarios tienen el propósito de fortalecer la fe en momentos de duda, corregir errores o abusos litúrgicos y llamar a la conversión. No se ven como «prueba obligatoria», sino como signos ocasionales.
La ciencia y los milagros eucarísticos
En los milagros eucarísticos, la ciencia puede analizar las muestras y confirmar que la carne es tejido humano (no vegetal), la sangre es auténtica y humana, con un grupo sanguíneo específico sin indicios de manipulación química. Pero la ciencia no puede probar ni refutar la transformación sustancial porque va más allá de lo físico. Revisemos algunos de estos milagros.
1. Milagro de Lanciano (siglo VIII)
El Milagro de Lanciano es un acontecimiento eucarístico que ocurrió en el siglo VIII en la ciudad de Lanciano, Italia. Un monje que dudaba de la presencia real de Cristo en la Eucaristía celebraba la misa cuando, durante la consagración, la hostia se transformó en carne y el vino en sangre.
La carne y la sangre se conservaron a lo largo de los siglos y fueron sometidas a análisis científicos en 1970-1971. El estudio más citado fue realizado en 1970‑1971 por el Dr. Edoardo Linoli, profesor de anatomía, histología y química clínica. Lo acompañó el Dr. Ruggero Bertelli, profesor de anatomía humana en la Universidad de Siena. Linoli aplicó una combinación de técnicas de laboratorio clínico e histopatología para examinar las muestras, incluyendo: Examen microscópico histológico, tests de inmunohematología y análisis bioquímicos del suero. Los principales hallazgos de este análisis fueron:Tipo de tejido: tejido muscular cardíaco humano.Naturaleza de la sangre: sangre humana verdadera, grupo AB.Presencia de proteínas: las proteínas del suero eran normales, como en sangre fresca.Origen: tejido y sangre de una misma persona.Conservación: No se encontraron conservantes químicos (1).
2. Milagro de Buenos Aires (Argentina, 1996)
En 1996, en la parroquia de Santa María (Buenos Aires), se encontró una hostia consagrada caída al suelo. Para no desecharla, se colocó en un recipiente con agua para que se disolviera, según la práctica habitual. Sin embargo, días después, en lugar de disolverse, la hostia se había transformado en una sustancia con apariencia de carne y sangre.
La muestra fue fotografiada y conservada. Años más tarde, se enviaron fragmentos para análisis científicos. Los estudios indicaron que el material correspondía a tejido humano vivo del músculo cardíaco (miocardio), con signos de inflamación aguda, como si proviniera de una persona que había sufrido una agresión severa y la sangre grupo AB. Los resultados fueron similares al milagro de Lanciano.
Los análisis científicos se llevaron a cabo por el Dr. Ricardo Castañón Gómez. Extrajo muestras del fragmento de la hostia transformada y las remitió a laboratorios científicos para su estudio. Entre los que recibieron esas muestras y realizaron análisis forenses se encontraba Frederick Zugibe, patólogo forense y cardiólogo, quien en uno de los análisis «a ciegas» (sin saber el origen de la muestra) determinó que la sustancia correspondía a tejido humano de corazón (miocardio del ventrículo izquierdo), con glóbulos blancos intactos, lo que habría «detectado vida»: es decir, habría concluido que la muestra provenía de un corazón «vivo». Según lo que se afirma, los glóbulos blancos y los macrófagos presentes demostrarían que no había conservantes químicos (como formol), lo que según los autores haría muy improbable que la muestra fuera «añadida» posterior al hecho. Otros nombres mencionados en algunos informes son un patólogo llamado Robert Lawrence, el profesor John Walker y otro científico italiano Edoardo Linoli, quienes supuestamente formaron parte del primer equipo de estudio tras la toma de muestras (2).
3. Milagro de Sokółka (2008)
El 12 de octubre de 2008, durante la misa en la iglesia de San Antonio de Padua en Sokółka (Polonia), un sacerdote dejó caer al suelo una hostia consagrada mientras distribuía la Comunión. La hostia fue recogida, puesta en un recipiente con agua para que eventualmente se disolviera, y guardada en un sagrario cerrado.
Al cabo de varios días —el 19 de octubre de 2008— la sacristana (Julia Dubowska) abrió el recipiente y descubrió que la hostia, lejos de haberse disuelto completamente, aún conservaba su forma, y en su centro presentaba una mancha roja con apariencia de sangre. El agua en que estaba sumergida no se había teñido.
Se tomó una muestra de la hostia alterada y fue analizada de forma independiente el 7 de enero de 2009 por dos patólogos de la Medical University of Białystok: Maria Elżbieta Sobaniec‑Łotowska y Stanisław Sulkowski.
Ambas conclusiones coincidieron: afirmaron haber observado, bajo microscopio óptico y electrónico, tejido con características de músculo cardíaco, con uniones características de miocardio, núcleos celulares, miofibrillas y señales de «agonía». Además, el tejido estaba firmemente fusionado con la hostia de pan (3).
4. Milagro de Legnica Se refiere a un milagro eucarístico ocurrido en Legnica, Polonia, en 2013. Durante la misa, una hostia consagrada cayó al suelo y, siguiendo el protocolo, fue colocada en agua para que se disolviera. Sin embargo, la hostia no se deshizo; en cambio, apareció en ella una mancha rojiza. El análisis científico fue realizado por dos departamentos universitarios independientes de medicina forense: el de la Medical University of Wrocław y el de la Medical University of Szczecin (antes conocida como Pomeranian Medical University). Entre los nombres citados públicamente está el de Barbara Engel, quien según los informes participó en el estudio: al presentar los resultados habría declarado que el tejido hallado correspondía a «tejido miocárdico humano» tras análisis con luz ultravioleta y filtro naranja (4).
5.Milagro de Tixtla (2006)
El 21 de octubre de 2006, durante una misa en la población de Tixtla, en la diócesis de Diócesis de Chilpancingo-Chilapa (Estado de Guerrero, México), durante la comunión, una religiosa que repartía las hostias consagradas observó que una de ellas comenzó a emitir una «sustancia rojiza»”, similar a sangre. La hostia fue conservada, lo que permitió su posterior estudio científico.
Entre 2009 y 2012 se llevó a cabo un análisis forense del material. Los resultados anunciados en 2013: la sustancia rojiza era sangre humana, de grupo sanguíneo AB. Se identificó además tejido de tipo músculo cardíaco (miocardio). Se informó que había células sanguíneas (glóbulos rojos y blancos), y macrófagos activos lo que indicaría actividad biológica en tejido que teóricamente ya estaba separado del cuerpo. Los análisis apuntan a que la sangre salió desde el interior de la hostia hacia fuera, no fue simplemente puesta superficialmente. Según los informes, este fenómeno «no tiene explicación natural», descartando manipulación externa. El responsable de la investigación científica fue Ricardo Castañón Gómez, un investigador que ya había intervenido en otros casos considerados milagros eucarísticos, como los de Buenos Aires. Además, participaron expertos forenses, genetistas, patólogos e inmunohistoquímicos de laboratorios en México, Guatemala, Bolivia y Estados Unidos, según la documentación del caso. Algunos nombres citados en la versión más difundida incluyen al patólogo histólogo John Compagno y al cirujano/histólogo Carlos Parellada (5).
Controversias y discusión
En 2016, en Tirol (Austria), una hostia consagrada habría sido hallada en el suelo de una iglesia. Posteriormente, fue colocada en un recipiente con agua. Después de aproximadamente 14 días, se observaron sobre la hostia unas manchas rojas que recordaban al aspecto de sangre. Cuatro años más tarde se tomaron muestras de esa hostia para su análisis científico. El caso fue examinado por un equipo de investigadores encabezado por Irene J. Virgolini (y colabores) de la «Medical University of Innsbruck» y otras instituciones austriacas. Los investigadores tomaron muestras en 2020-2021 para hacer microbiología, histopatología y estudios de ADN. Según Virgolini et al. (2023) tras examinar la hostia de 2016, encontraron contaminación bacteriana y fúngica, pero no evidencias sólidas de tejido mamífero mediante histopatología. Además, el análisis de ADN no fue concluyente, por la poca cantidad de material disponible (6).
A partir de estos resultados, este trabajo Virgolini discute la «presencia real» de Cristo en la Eucaristía como si fuera una hipótesis científicamente demostrable o refutable, pero la «presencia real» de Cristo no una hipótesis biológica. Es una verdad de fe. No pertenece al dominio empírico mensurable (no se define como presencia físico-química). Virgolini confunde categorías epistemológicas: pretende evaluar una afirmación metafísica con instrumentos biológicos, lo que conduce a conclusiones inevitablemente mal planteadas. Presenta errores metodológicos, epistemológicas y argumentativos significativos. No distingue ciencia biológica de la teología. Interpreta mal datos biomédicos, ignora explicaciones naturales y no aplica un método científico riguroso. Por tanto, su fuerza como artículo clínico o científico es muy limitada, y su valor reside más en el debate teológico que en el análisis científico de fenómenos extraordinarios.
Kelly Kearse y Frank Ligaj publicaron un trabajo en donde se revisan los milagros eucarísticos anteriormente descritos. Su artículo no estudia directamente todos esos casos con nuevas pruebas, sino que más bien critica la metodología empleada en los análisis de dichos milagros. En ese contexto utilizaron experimentos de laboratorio con «hostias no consagradas» para mostrar que fenómenos similares (manchas rojizas como «sangre») pueden surgir por causas naturales.
Compraron hostias de trigo no consagradas (de un proveedor habitual de parroquias). Las dejaron en un ambiente polvoriento, oscuro, como muchas de las hostias halladas en iglesias. Luego las sumergieron en agua (200 ml de agua del grifo). En aproximadamente un 15 % de los casos observaron que tras 7–10 días aparecían manchas rojizas en la hostia, visualmente muy similares a los casos de «hostia sangrante». Hicieron tinciones, espectroscopía, observación con luz ultravioleta, microscopía, e incluso análisis de ADN. Con estos métodos distinguieron esas manchas rojas de sangre real. Por ejemplo, bajo luz ultravioleta las manchas exhibían fluorescencia rojizo-anaranjada, cosa que la sangre real no hace. Identificaron un hongo (del género Epicoccum, probablemente epicoccum nigrum) como causa probable de la coloración rojiza: observaron hifas, conidios, chlamydosporas y lo confirmaron con tinción específica de hongos. Además, las hostias contenían buena cantidad de ADN de trigo, bacterias y hongos lo que podría contaminar los análisis. Concluyeron que estos factores (hongos, bacterias, contaminación, ADN de trigo, condiciones ambientales) ofrecen una explicación natural alternativa a muchos de los supuestos milagros eucarísticos. Finalmente, los autores proponen un protocolo mínimo estandarizado para investigar científicamente futuros casos: documentación fotográfica, cadena de custodia, análisis microbiológico, tinciones, espectroscopía, pruebas de ADN/PCR/HLA, controles adecuados y muestras ciegas.
Kearse y Ligaj no afirmaron necesariamente que todos los milagros eucarísticos fueran explicables naturalmente. Pero su estudio pone de relieve que al menos en condiciones de laboratorio hostias comunes pueden «parecer sangrar» y que muchas de las pruebas que se citan como soporte de milagros tienen lagunas metodológicas importantes como contaminaciones, falta de controles y ausencia de pruebas específicas. Estas críticas no pretenden negar a priori la posibilidad de milagros; más bien subrayan que las evidencias presentadas hasta ahora no alcanzan el nivel de rigor científico moderno.
Sin embargo, hay que considerar que los experimentos se realizaron con hostias no consagradas, no con milagros reales. No demuestra que los supuestos milagros sean explicables por hongos/bacterias, solo muestra que algo parecido puede generarse bajo ciertas condiciones. No descarta definitivamente todas las variables posibles, aunque muestran que apareció «material rojizo» en aproximadamente un 15 % de los casos en hostias no consagradas, pero no siempre. Eso sugiere que incluso «las causas naturales» no todos los casos reproducen el efecto. Lo que a su vez sugiere que estos fenómenos, siendo reales, serían poco frecuentes. Pero no aclara por qué en unos sí y en otros no; la variabilidad ambiental, de manipulación y de almacenamiento complica sacar conclusiones generales. El artículo presupone como hipótesis predeterminada que todo puede explicarse de forma natural, en lugar de considerar seriamente la hipótesis de lo sobrenatural. Los autores mismos reconocen que su «protocolo mínimo» debe ser adoptado por futuras investigaciones. Su artículo no cierra la cuestión. Simplemente señala cómo debería estudiarse lo que implica que hasta ahora no hay estudios suficientemente rigurosos que respalden milagros. En realidad, la ciencia necesita evidencia reproducible, documentada, con controles rigurosos. Pero en muchos casos de milagros, los eventos son únicos, históricos y con pobre documentación, lo que dificulta aplicar ese estándar científico. Al final, el artículo pone en evidencia esa dificultad más que resolver la cuestión (7).
Kearse KP, señala en otro trabajo que muchas hostias sangrantes atribuidas a milagros mostrarían sangre del tipo AB, lo que implicaría un origen común. Sin embargo, señala que los antígenos AB no son exclusivos de los glóbulos rojos humanos: muchas bacterias expresan moléculas equivalentes. Por lo tanto, la coincidencia del tipo AB no prueba nada sobre un origen común.
Es correcto advertir que algunos antígenos bacterianos pueden imitar el grupo sanguíneo AB, y que esto puede producir falsos positivos. Pero su argumento es demasiado general y no distingue entre técnicas serológicas antiguas y modernas. No todos los patrones AB pueden explicarse por contaminación microbiana, especialmente cuando el hallazgo es repetido, coherente y reproducible. Kearse pasa por alto que los antígenos AB existen en muchos tejidos humanos, no solo en sangre. La explicación microbiana por sí sola no explica completamente la coherencia del tipo AB reportado en otros casos. Kearse ofrece una advertencia razonable, pero su conclusión es limitada, incompleta y metodológicamente insuficiente para descartar de forma definitiva interpretaciones alternativas (8).
Tomasz Grzybowski, Marta Wrzosek y Włodzimierz Wołyniec hicieron un estudio forense/microbiológico de 25 casos de materiales procedentes de hostias consideradas «milagrosas» porque habrían mostrado cambios de color o estructura. Estas hostias provenían de iglesias u otros lugares en varios países: Polonia, Alemania, Estados Unidos y Sudáfrica. Analizaron su composición, buscaron hongos, bacterias, ADN y estructura histológica. No detectaron pruebas convincentes de «sangre humana» ni tejido cardíaco auténtico. Las marcas rojizas y «carne» correspondían a contaminación microbiana. Desde la perspectiva científica la muestra era limitada, ya que el estudio analiza solo 25 casos, lo cual es un número muy reducido para un fenómeno que pretende explicar «milagros eucarísticos». Por otra parte, los autores mismos reconocen que muchas hostias estuvieron en contacto con superficies o contenedores posiblemente poco higiénicos. Esto limita la generalización: los resultados sólo aplican a esos tipos de casos (caída + recogida + almacenamiento), no necesariamente a todos los supuestos «fenómenos eucarísticos». En 24 de los 25 casos no se detectó ADN humano o masculino, y solo en un caso hubo cantidades muy bajas mediante técnicas muy sensibles, lo cual los autores interpretan como contaminación de contacto. Pero esa interpretación no descarta por completo posibilidades distintas: por ejemplo, contaminación posterior, o degradación del material original. En un contexto de milagro eucarístico, declarar que no hay sangre humana real requiere afirmar con certeza que ningún fragmento original resistió, algo difícil de demostrar con muestras tan pequeñas, degradadas o contaminadas. En cuanto al análisis histológico, los conglomerados de fibras eosinófilas fueron difíciles de interpretar: los autores no confirmaron ni músculo ni tejido humano con técnicas de inmunohistoquímica en al menos algunos casos. Eso deja un margen de ambigüedad importante en la interpretación.
El hallazgo de hongos y bacterias pigmentadas sugiere que muchos de los cambios de color pueden explicarse por contaminación microbiana. Pero el hecho de que en algunos casos no se lograra aislamiento plantea la posibilidad de que existan otros mecanismos no detectados, o que los métodos no fueran suficientemente sensibles para ciertos tipos de contaminantes o tejidos degradados. Además, en los casos de pigmentación, el estudio asume que se debe a hongos/bacterias típicos de ambientes interiores/exteriores comunes, pero no todos los posibles contaminantes están necesariamente mapeados; hay una diversidad ambiental muy amplia que podría llevar a falsos negativos o interpretaciones erróneas. En consecuencia, la llamada metodología para separar lo interpretable científicamente de lo contaminante asume que todo debe ser explicable por contaminación o error lo que reduce de facto la abertura para lo extraordinario, quizá de forma implícita. Eso plantea un sesgo de interpretación, por tanto, no es una refutación definitiva de todos los supuestos milagros (9).
Conclusiones
- La presencia real de Cristo en la Eucaristía no es un tema científico. No puede ser confirmada ni refutada mediante análisis de laboratorio.
2. Los milagros eucarísticos no son necesarios para la fe. La fe en la Eucaristía se basa en las palabras de Jesús. Los milagros, cuando ocurren, son signos extraordinarios, no pruebas obligatorias.
3. Los casos tradicionales (Lanciano, Buenos Aires, Sokółka, Legnica, Tixtla) presentan afirmaciones sorprendentes: Los análisis reportados describen tejido cardíaco humano o sangre humana AB, con ausencia de conservantes. Sin embargo, estos estudios presentan limitaciones metodológicas. No obstante, hay que tener en cuenta lo siguiente:
-
- Los profesionales que analizaron las muestras estaban acreditados y por tanto merecen total confianza, considerando la distinta autoría.
- Santiago Ramón y Cajal también utilizó una metodología antigua en sus investigaciones sobre el tejido nervioso: eso no es incorrecto, aunque sí limitado, comparando con las técnicas modernas. No obstante, no se considera un método inválido.
- El milagro de Lanciano figura en PUBMED, una base de datos de información científica en el área de la biomedicina y la salud, que lo gestiona la National Library of Medicine (NLM) de Estados Unidos, a través de los NIH (Institutos Nacionales de Salud).
4. Por definición, los milagros no son replicables. Esto implica que no se pueden estudiar con el método científico clásico que exige repetibilidad y control, aun con protocolos perfectos. Un milagro histórico siempre tendrá un margen inherente de incertidumbre científica.
5. La ciencia puede descartar fraudes o causas naturales, pero no demostrar lo sobrenatural.
6ª-No hay estudios recientes (post-2024), publicados en revistas revisadas por pares, que analicen directamente (con material físico) los milagros mencionados anteriormente siguiendo el «protocolo estandarizado» propuesto por Kearse & Ligaj.
Referencias
(1) Linoli O. Ricerche istologiche, immunologiche e biochimiche sulla carne e sul sangue del miracolo eucaristico di Lanciano (vii secolo) [Histological, immunological and biochemiccal studies on the flesh and blood of the eucharistic miracle of Lanciano (8th century)]. Quad Sclavo Diagn. 1971 Sep;7(3):661-74. Italian. PMID: 4950729.
(2) Documento PDF: Milagro Eucarístico de BUENOS AIRES, ARGENTINA, 1992-1994-1996.
(3) Rocznik Teologii Katolickiej. Theological and Empirical Cognition in Discovering the Living Eucharistic Presence. The Example of Sokółka. 2024.
(4) Documento en PDF: Eucharistic Miracle of LEGNICA — Poland 2013.
(5) Documento en PDF: Milagro Eucarístico de Tixtla, México, 21 de octubre de 2006. Los resultados fueron presentados públicamente el 25 de mayo de 2013 durante un simposio internacional convocado por la diócesis de Chilpancingo‑Chilapa.
(6) Virgolini IJ, et al. Reality or fiction of the «Real Presence» of Jesus Christ in the Holy Eucharist? Ann Clin Med Case Rep. 2023, 11:1976.
(7) Kelly Kearse y Frank Ligaj. Scientific Analysis of Eucharistic Miracles: Importance of a Standard Protocol. Journal of Forensic Science and Research, 2024, 8(1), 078–088.
(8) Kearse KP. Scientific analysis of shared AB blood type among relics and eucharistic miracles: A reply to Franco Serafini’s commentary. Forensic Sci Med Pathol. 2025, Apr 15. doi: 10.1007/s12024-025-01003-w. Epub ahead of print. PMID: 40234367.
(9) Grzybowski T, Wrzosek M, Wołyniec W, Hałoń A, Chmielik E, Gorzkiewicz M, Woźniak M, Mikucka A, Lebioda A, Jonkisz A, Małodobra-Mazur M, Bartnik B, Dobosz T. Methodology for the analysis of biological impurities associated with peri-eucharistic phenomena. Appl Microbiol Biotechnol. 2025 Mar 5;109(1):58. doi: 10.1007/s00253-025-13439-9. PMID: 40042646; PMCID: PMC11882681.
________
* Especialista en Radiodiagnóstico y Neurorradiología y en tratamiento intervencionista del dolor con TAC