CATHERINE CHALIER, Transmitir de generación en generación, Herder, Barcelona, 2025, 293 págs.
Da gusto leer a Chalier. Su libro destila sabiduría que decanta en el momento preciso. El olvido de la filiación, sacrificada en el altar de la autonomía, nos ha convertido en ladrones de conocimiento: el que restamos a las nuevas generaciones al fallarles en el compromiso de transmitirles la palabra. Hoy, en el fin de la modernidad, el conocimiento ha perdido su sentido dativo. Se ha roto la transmisión.
La autora rebusca en el arcano de los imaginarios griegos y hebreos para ver cómo era antes. Encuentra eco incluso en los precursores de la modernidad y también en sus críticos de hogaño. Al final la conclusión es que estamos fallando en todos los frentes: narrar, explicar, formar, trascender, escuchar, desear, y testimoniar. Nos han secuestrado, en complicidad con nosotros mismos, al rendir el control de la atención, y al reprimir las capacidades imaginativas que daban acceso a lo simbólico.
¿Cómo dejamos que pasara? Por un lado, permitimos ser hipnotizados por la técnica, al punto de adorar dioses apantallados cuyo culto exige la rendición del tiempo propio. Por otro, sucumbimos a la tentación de privar a nuestros hijos de los valores y virtudes que portan las grandes tradiciones en aras de una falsa neutralidad. El daño es serio.
Charlier maneja con soltura textos y fuentes, y enseña a la par que muestra. Transmite, no solo comunica. Un gran aporte que hará las delicias de mentes reflexivas.