Opinión

Nietzsche: Hombres Superiores y Hombres Inferiores (II)

P.- No deja de ser llamativo que los nihilistas defensores de la igualdad o del sufragio universal, sustentan, al igual que Nietzsche, que el conocimiento humano no va más allá de la experiencia sensible.

R.- Lo que me indicas, es que Nietzsche y los nihilistas, acogen los mismos principios cognoscitivos, pero a pesar de ello, se produce la paradoja de que el pensador alemán es adversario de la igualdad, en contraposición con la mayoría de nihilistas, agnósticos, etc., que son acérrimos defensores de la igualdad. Pero hay que resaltar que tales defensores de la igualdad, al cimentar sus creencias en el burdo materialismo, carecen de argumentos sólidos para rebatirle a Nietzsche su polémica distinción entre lo superior y lo inferior, puesto que, si no concebimos una antropología trascendente y espiritual del ser humano, no hay forma para demoler la “desigualdad humana”, y en consecuencia la división entre hombres superiores y hombres inferiores.  

P.- En tu ensayo El Sentimiento de culpa en Nietzsche y Freud, subrayas que Nietzsche acusa al cristianismo como el mayor obstáculo que impide la expansión de la voluntad de poder.

R.- Esta acusación a la que aludes, se plasma en sus agresivos y exacerbados aforismos dirigidos en contra de la moral cristiana, al cualificarla como uno de los atentados más directos y peligrosos contra la vida superior, un atentado que se sustancia en el principio cristiano de que todos los seres humanos “somos iguales” ante nuestro Padre Dios. A título de ejemplo, en su obra El Anticristo, en la que progresivamente se hace más patente sus crisis nerviosas y su demencia, rememora la expresión bíblica sobre la destrucción del Templo, síntoma del derrumbamiento de la cultura y la moral del occidente cristiano: Como viejo artillero, poseo el mayor de los cañones cuyos disparos partirán en dos la historia: Con este libro puede comprobarse que, de hecho, no deja piedra sobre piedra [1]

P.- Ya se comprueba su inclinación a utilizar a menudo términos belicosos.

R.-Por ello no es sorprendente que escriba: Por naturaleza soy belicoso. Atacar forma parte de mis instintos [2]. Su amigo J.V. Widman, le pondrá el apelativo de dinamita, un término que acogió con complacencia, y que utilizó para referirse a sí mismo. Le dice a Paul Deussen con altivez: No hay nada que esté ahora en pie y que no caiga. Tengo la fuerza suficiente para cambiar la cuenta del tiempo. Yo soy dinamita, más bien que hombre. [3] Yo no soy un hombre, soy dinamita, escribe en Ecce Homo.[4]  Al margen de la rareza de su carácter y de cierto distanciamiento con los demás,[5] Nietzsche, era más bien, un individuo bastante pacífico, según testimonian varios de sus alumnos. Meta von Salis destaca esa disparidad entre sus agresivos aforismos y sus tranquilas y sosegadas caminatas: por caminos apacibles del bosque, a la vera del lago o en remotos valles. Pero, por otra parte, braman sus palabras y frases en los cuadernos de apuntes como la tempestad y la tormenta, o como el vendaval de los valles alpinos».[6]

 P.- Retornando a la cuestión de la voluntad como fundamento de la vida, es notoria su diferencia con la concepción racional de la filosofía clásica.

R.- Nietzsche evalúa que la inteligencia es de rango inferior a la voluntad, debido a que, en el transcurso del tiempo, la razón ha emergido mediante la azarosa combinación de los instintos derivados de la voluntad. Si acotamos la filosofía racional, por ejemplo, según la metafísica realista de cuño aristotélico, se concibe a la voluntad, no como un impulso azaroso e indeterminado de fuerzas, sino como una facultad que, mediante el concurso de la razón, delibera las distintas alternativas que la realidad le ofrece. Por ello, en la gnoseología aristotélica se atribuye a la inteligencia la antecedencia rectora, y a la voluntad la función posterior y ejecutora. La distinción entre la inteligencia y la voluntad, debido a la intrínseca unidad del ser humano, no implica ninguna escisión (como afirmaba Descartes), ya que su mutua interrelación queda respaldada por la libertad en cuanto facultad trascendental de la inteligencia y la voluntad.

P.- De acuerdo con ello, la concepción de la voluntad en Nietzsche es distinta.

R.- Y lo es, porque no concibe a la voluntad, como una facultad inscrita en el interior del sujeto y regida por el intelecto, sino que la voluntad (Wille), es la reproducción del nivel y grado de fuerzas que es capaz de asumir cualquier persona, según lo haya establecido la imperativa voluntad que late en el trasfondo del universo

 P.- Pero una razón subordinada a los designios de la voluntad, no deja de ser una voluntad irracional

R.- Esta subordinación -que procede de Schopenhauer-, es un giro de llave a la tradicional filosofía occidental cimentada en principios racionales, y debido a ello, la razón queda al servicio de las exigencias de la voluntad. Pero tanto Schopenhauer como Nietzsche, no son conscientes que dar prioridad a la voluntad, eclipsa el conocimiento y debilita la razón. Además, una voluntad de poder que rige los acontecimientos, se reviste (al modo de Spinoza) de los atributos propios de la sustancia absoluta, con lo que no cabe ni admite la supuesta rivalidad de alguna sustancia superior a ella misma.

P.- Por otra parte, es desconcertarte que Nietzsche conciba la noción de “verdad” como un concepto inútil y rechazable.  

R.- Es desconcertante el que se avergüence del concepto de verdad, que, según él, debe ser substituida por la contraverdad, surgida de las corrientes nihilistas y ateas que se inspiran en  los símbolos paganos.  No se inhibe para preguntarse: ¿La verdad? ¿Quién sitúa esta palabra en mis labios? Yo la rechazo, yo me avergüenzo de esa orgullosa palabra, no, nosotros no la necesitamos; alcanzaremos la victoria y aun el poder sin el auxilio de la verdad.[7] En El Crepúsculo de los Ídolos escribirá algunos aforismos que hubieran sido del desagrado de Parménides: El mundo aparente es el único, el mundo verdadero no es más que un añadido mentiroso. [8]   Si con estos bueyes hay que arar, se diluye el sentido de lo bueno y lo malo y nos adentramos en “la dictadura del absoluto relativismo”.

 P.- Quizá la negación de la verdad, tengan relación con su hipótesis de la transvaloración de los valores,

R.- Tiene relación en la medida que el término “transvaloración de los valores”, se refiere a la total «inversión» de los envejecidos valores comúnmente admitidos, dando una “vuelta de tuerca” en el pensamiento occidental. Zaratustra se proclama a sí mismo, como el “gran inmoral”, el pronosticador de unos transvalores que están “más allá del bien y del mal”, que anuncian un nuevo mañana, una nueva Aurora. Nietzsche sueña con el retorno del paganismo griego de épocas ya fenecidas, un paganismo que retornará poblada de magníficos hombres (a los que considera como arquetipo de los nuevos hombres que anuncian al “superhombre, y dejarán de ser esclavos de la moral cristiana:[9] Los buenos y los justos me llaman el aniquilador de la moral, mi historia es inmoral, el bien y el mal mismos no son más que sombras y nubes pasajeras [10]

 P.- En algunos de tus escritos, aludes a la interpretación que efectúa Nietzsche de los simbolismos mitológicos de los griegos.

R.- Con la interpretación simbólica de las divinidades mitológicas, Nietzsche pretende superar los factores irreductibles de su cosmología materialista para dotar de significado y de sentido a la filosofía, la poesía, la música, etc., proyectando un horizonte que invite a ir más allá de su universo nihilista. Acogiéndose principalmente a la fuerza representativa de los dioses Apolo y Dionisos, intenta articular una dimensión superior que no esté vinculada a la estricta realidad empírico-sensible, que anula cualquier trascendencia espiritual o estética. El dios Apolo, simboliza el “principio de individualidad” los valores de la mesura y el equilibrio como expresión de la serena sabiduría helena. Pero muy pronto, de acuerdo con el proceso intelectual e intencional de Nietzsche, Dionisos adquirirá el papel primordial, al describirlo como un dios desbordante de creatividad y embriagadora vida, que rompe todos los obstáculos y limitaciones, expresando con ello, el talante de los hombres superiores. Al respecto dirá con desmesurada arrogancia: Yo he sido el primero en comprender el maravilloso fenómeno de lo dionisíaco. Por ello tengo derecho a considerarme el primer filósofo trágico y por lo que se aprecia, nadie con anterioridad ha sabido interpretar a Dionisos en el ámbito de la filosofía [11] El prestigioso filólogo alemán von Wilamowitz, aducirá que la interpretación que realiza Nietzsche sobre los simbolismos mitológicos que inspiraban a los antiguos pobladores griegos, atenta contra los hechos históricos y el rigor del método filológico.

P.- Aunque restan varias cuestiones, te pregunto antes de finalizar, sobre el conflicto entre burgueses y proletarios de la ideología marxista, y que algunos filósofos sostienen que es inverso al conflicto nietzscheano entre los hombres superiores y los hombres inferiores.

R.- En esta cuestión a la que refieres, se puede admitir un anverso y reverso entre Marx y Nietzsche, a pesar de las coincidencias en sus posturas ateas, que se traducen, entre otras, en acusar al cristianismo de casi todos los males radicados en la sociedad. Marx declara en su Manifiesto, que toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de la lucha de clases, lucha que será extinguida mediante la revolución proletaria. En cuanto a Nietzsche, al considerar

que la Voluntad de Poder determina la diferencia entre los hombres superiores y los hombres inferiores, defiende en su esquema social lo inverso de lo que promueve Marx, puesto que no es la plebe (proletariado) la que debe exterminar a los poderosos y superiores (capitalistas), sino que son los hombres superiores, los que deben desechar a la plebe de los inferiores.

De paso, aprovecharé para comentar brevemente la influencia de la que muchos se preguntan; en qué medida la división entre hombres superiores e inferiores, influyó en la ideología nazi. No es fácil de precisar, así, sin más, ya que Nietzsche apenas tuvo un interés directo por las ideologías políticas y nunca se inscribió en una determinada facción. De hecho, en la época que mandaban los nazis, las obras de Nietzsche estaban suficientemente extendidas en Alemania y traducidas, en varios idiomas. Es poco dudoso, por tanto, que el pensamiento de Nietzsche, resaltando la excelencia de unos y la abyección de los otros, no fuera uno de tantos caldos de cultivo que impulsaron el movimiento nacionalsocialista, y especialmente, al diferenciar la raza aria y la raza eslava.

Nietzsche: Homes Superiors i Homes Inferiors (I)

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[1] F. Nietzsche, carta a Overbeck desde Turín, octubre 1888, p. 154

[2] ID., Ecce Homo, del apartado: Porque soy tan inteligente, af. 7

[3]. Ibídem, carta febrero 1886

[4]   Id, Ecce Homo, Porque soy un destino, p 123, 1

[5] Hace ya algunos años, hablando con una antigua profesora de esquí en Saint Moritz, me dijo que su abuelo, que vivía en Sils María, había conocido a Nietzsche. Le pregunté que tal era Nietzsche. Me contestó: Según mi abuelo, los que le veían pasear por el pueblo, les parecía un hombre raro y solitario, que no se relacionaba con la gente. Solo de vez en cuando le visitaban algunas personas.

[6]. Meta von Salis, op. c. nota 91

[7] F. Nietzsche, La Voluntad de Poder, af. 744

[8] Id. El Crepúsculo de los Ídolos, af. 2, del aptdo: La razón en la filosofía.

[9] F. Nietzsche, El Crepúsculo de los Ídolos, en Incursiones Intempestivas, af 48. Respecto a la tibieza e ignorancia doctrinal que manifiestan algunos cristianos, escribe Sanjosemaría, refiriéndose a Nietzsche “En ellos dbió fijarse aquel escritor ateo, cuando dijo que la moral cristiana es una moral de esclavos”… Realmente somos siervos, siervos elevados a la categoría de hijos de Dios, que no desean conducirse como esclavos de las pasiones”, Surco, nº 267

[10] Id. Así habló Zaratustra, aptdo: Antes de la salida del sol.

[11]  F. Nietzsche, Ecce Homo p 69, 70, 2

 

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