Texto del Evangelio (Jn 16,12-15): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: ‘Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros’».
Jesús nos ha revelado la verdad más íntima de Dios y confía al Espíritu Santo la misión de introducirnos en ella con la ayuda de sus dones. El Dios en quien creemos los cristianos no es una soledad infinita, es un Amor en presente, siempre actual, vivo. Dios siendo Uno y Único es una comunión de Personas y, como tal, es Amor que se da de continuo.
El mundo creado es expresión de ese Amor y cada persona que ha habitado, habita y habitará en este mundo es también expresión de ese Amor.
Cuando se alcanza a vislumbrar la verdad de Dios se comprende mejor la verdad más profunda del ser humano y de su hábitat, el mundo en el que vive. El misterio de la Trinidad cambia en profundidad la mirada hacia nosotros mismos y hacia todo lo que nos rodea porque revela cómo el Amor constituye el entramado mismo de la vida.
“¡Señor, gracias porque eres tan grande que no me cabes en la cabeza, y gracias también porque me cabes en el corazón” (S. Josemaría Escrivá).
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