Reseña

La palabra que me sostiene (libro)

Francesc Torralba, La Palabra que me sostiene. Reflexiones de un teólogo en tiempo de duelo. Ara Llibres, Barcelona, 2025, 160, págs.

De algún modo, este libro complementa el anterior No hay palabras. Asumir la muerte de un hijo, que trata del duelo ante la pérdida del hijo del autor, Oriol de 26 años, en un accidente en la montaña durante una travesía en la que él le acompañaba.  Si en el comentario a este libro desde el blog Temes d’avui, concluíamos, con una recomendación matizada, por la falta de referencias cristianas, no se puede decir lo mismo de este otro libro, en el que Torralba afronta el duelo por su hijo desde su condición de teólogo. Francesc Torralba, director de la Cátedra Ethos de Ética Aplicada de la Universidad Ramon Llull y miembro del Dicasterio de Cultura y Educació, es un pensador y escritor bien conocido, sobre todo en Cataluña. Posee cuatro doctorados, entre los cuales figura el de teología, que aquí, ciertamente, es especialmente relevante.

Al «no hay palabras» del libro anterior, ahora añade «más allá del silencio y de las palabras, hay la Palabra.» (p. 19, edición en catalán). En efecto, la obra está centrada en la Palabra, así con mayúscula, por referirse a la Palabra de Dios. «La palabra que me sostiene» incluye un conjunto de textos bíblicos, del Antiguo y del Nuevo testamento, bien seleccionados con jugosas reflexiones personales con frecuencia enraizadas en la experiencia vital del autor.

«Creo en el valor de la Palabra revelada por Dios en la historia» -afirma Torralba-  «Aquesta Paraula, meditada una vegada i altra, en el fons del meu cor, ha estat un básam per a la meva ànima turmentada, una font de sentit i d’esperança en aquest llarg periple de dol». (p. 19, ed. en catalán).

En una conversación reciente con el periodista Josep Fita, en La Vanguardia, Torralba explicaba cómo ha encontrado sentido a la trágica experiencia vital. Decía: «Yo defiendo que el tiempo no lo cura todo, pero el tiempo trabajado, con trabajo espiritual, sí que te permite no superarlo, pero sí asumirlo. Lo que intento expresar en este libro es de qué manera la lectura, la meditación de la Palabra en mayúsculas, es decir, de textos bíblicos, me ha ayudado a hallar consuelo. La Palabra contiene muchos matices y mensajes, pero cuando uno se encuentra al lado de un ser querido que ya no está, es decir, del que solo queda su cadáver, esta Palabra promete una vida plena, un encuentro final, y esto naturalmente es una fuente de esperanza. La cuestión es creérsela. Si uno no se la cree, no deja de ser una palabra más.» Añadía: «Yo si la creo».

Algo parecido escuche al autor en la presentación del libro en el barrio de Sants el pasado 30 de septiembre. El autor departió con el periodista Antoni Bassas, quien le lanzó una batería de preguntas muy atinadas, contestadas con precisión y fluidez. Algunas respuestas pueden ayudar a entender mejor este libro. Explicó que, mientras la poesía, expresa, y la filosofía consuela, la Palabra de Dios, consuela, pero sobre todo, transforma interiormente.

En la primera parte del libro pondera el valor de la Palabra frente a palabras vanas. Una Palabra que es desde el principio y que permanece para siempre, más allá de las zarpas de la muerte. Una palabra que ha ser escuchada, acogida y puesta en práctica. En la segunda parte pondera diversos textos que enmarcan la muerte en la perspectiva divina y que son auténtico bálsamo ante la realidad de la muerte. La tercera parte incluye textos sobre el tiempo en la tierra, que concluye con la muerte y la responsabilidad de aprovechar bien el tiempo, junto con la esperanza de la vida eterna: «Déu, que va resucitar el Senyor, també ens resucitarà nosatres amb el seu poder.» (1 Cor 6, 14).

Francesc Torralba ve la oración como una alternativa plausible para lograr serenidad en procesos de duelo como el suyo (p. 25, edición en catalán). Como reconocido intelectual que es, se ha centrado en la escucha y meditación de la Palabra. Es posible que eso le haya llevado a hablar con Dios, como se habla a un amigo entrañable, y eso es hacer oración, pero no lo dice, quizá por respeto a su propia intimidad. Más bien, quiere expresar la resonancia interior que ha suscitado en él la meditación de la Palabra (p. 31, ed. en catalán). Y eso es un testimonio de gran valor.