JAVIER CERCAS, El loco de Dios en el fin del mundo; Random House, 2025, 488 pp.
«Soy ateo. Soy anticlerical. Soy un laicista militante, un racionalista contumaz, un impío riguroso. Pero aquí me tienen, volando en dirección a Mongolia con el anciano Vicario de Cristo en la Tierra, dispuesto a interrogarlo sobre la resurrección de la carne y la vida eterna. Por eso me he embarcado en este avión: para preguntarle al papa Francisco si mi madre verá mi padre más allá de la muerte, y para llevarle a mi madre la respuesta. He aquí un loco sin Dios persiguiendo el loco de Dios hasta el fin del mundo.»
Este es el comienzo de este libro, escrito por uno de los mejores escritores actuales en lengua española, de 484 páginas, escrito con motivo del viaje del Papa en Mongolia y donde Cercas quiere escribir sobre el Papa de una manera «escandalosa», y enlazar sus obsesiones con las preocupaciones de la sociedad actual: el papel en la vida humana de la espiritualidad, de la trascendencia, de la religión y de la inmortalidad.
Su esposa le pregunta antes de marchar: «Qué, volverás convertido en un soldado de Francesc?».
He tenido el privilegio de leer el libro antes de su presentación oficial, antes de los comentarios periodísticos y entrevistas al autor y tengo que decir que si bien al comienzo me atrajo, a medida que lo iba leyendo, sobre todo después de la larga conversación de 26 páginas con el padre Antonio Spadaro, director de Civiltà Cattolica, me empezó a decepcionar. Hay entrevistas con toda la gente del Vaticano que viven cerca del Papa: jefes de dicasterios, directores de oficinas de la Santa Sede, un amigo personal, con… Lorenzo Fazzini, Paolo Ruffini, Gianfranco Ravasi, Andrea Tornielli, Antonio Spadaro, cardenal José Tolentino, Salvatore Scolozzi, Mateo Bruni, Lucio Brunelli…
I en Mongolia habla con un sacerdote, un abad, una catequista, un matrimonio, una monja, misioneros… Con todo el mundo habla del mismo: se los hace las mismas preguntas y hace los mismos comentarios. Y repite la pregunta «del millón» a todo el mundo con quien conversa: «Verá mi madre mi padre más allá de la muerte?».
En medio de todo esto el libro habla de la vida y de la muerte, de la Iglesia, del Vaticano, de los problemas de la Curia, del Sínodo, de los jesuitas, de filosofía, de la santidad, de los misioneros, de política, de geografía, de historia, de moral… un batiburrillo de todos los temas habidos y por haber.
Parece un escrito para hacer un parecido laudatorio de él mismo en la que va repitiendo, por torcido y derecho, que es ateo, que es anticlerical, que es racionalista, que la culpa de su pérdida de la fe a los 14 años se debe a Unamuno y Nietzche −»a los 14 años, por culpa de Unamuno y otros como Nietzsche, abandoné la fe católica, empecé a fumar, a beber cerveza, entré en un caos mental del cual todavía no he salido»−, que no volverá convertido cómo sugiere su mujer y que contará a su madre el que le diga el Papa sobre el más allá… Y que este libro «tiene que ser un libro escandaloso, puesto que un libro sobre el papa que no sea escandaloso no es un libro sobre el papa».
Son más de 450 páginas antes de llegar al encuentro con el Papa al avión que los lleva al país del Gengis Kan y que nos cuenta −en el último capítulo− en un video que enseña a su madre y su esposa.
La respuesta del Papa a la pregunta de Cercas sobre si hay uno más allá resuena continuamente para sus adentros: «−Con toda seguridad», y la siente repetir una y otra vez a su madre mientras mira el video grabado de la entrevista de su hijo con el Papa: «−Hay un más allá? −Con toda seguridad». Y como un ritornello, Cercas se va repitiendo la respuesta: «−Con toda seguridad. Qué cosa, ¿verdad?».
En este último capítulo Cercas se hace una retahíla de preguntas sin contestar, pero con la intención de encontrar respondida. El punto de partida es la respuesta que le da el Papa sobre la muerte y el más allá: «la resurrección es un despertar». En este momento Cercas se pregunta si todo aquello que está reviviendo, en el video grabado del encuentro con el Papa, y que visiona con su madre y su esposa, no será un sueño:
– no habré soñado mi viaje en Mongolia?,
– no será mi vida un sueño del que algún día despertaré en la vida auténtica?,
– y si es verdad todo esto? Cómo poco tener la certeza que no lo es?
– y si el Papa, mi madre y mi padre tienen razón?,
– y si la verdadera vida no es la que he vivido hasta ahora sino la que viviré después de muerte?,
– y si el cristianismo no es una negación de la vida, sino un rebelión contra la muerte y por eso la resurrección de la carne y la vida representan la vida más allá de la vida, más allá de la muerte?,
– y si la victoria de Cristo fuera que estamos aquí no para aceptar la muerte, sino para rebelarnos contra ella?
– y si aquello que es imposible, es cierto?
«Este es un libro gamberro. El cristianismo es un escándalo, pero un escándalo monumental! Qué coño es esto de la resurrección de la carne?… Pero el cristianismo o es subversivo o no es, porque nació así y, si no sigue así, es muerto… Este Jesucristo dijo que todos los hombres son iguales en el momento que el mundo estaba dominado por la esclavitud. Lo crucificaron porque era muy peligroso. Yo no he venido a llevar paz, sino espada, va dir. Pero, sobre todo, perdona. Qué coño? Esto es la revolución».
A la vuelta en casa suya, una vez finalizada el viaje, su mujer le recuerda aquello qué le dijo cuando marchó: «−Qué, vuelves convertido en un soldado de Francesc? −Tranquila, sigo siendo ateo. − estás muy seguro? −Completamente, ateo y anticlerical…»
Yo pienso que aunque no haya vuelto como «soldado de Francesc», sí que en este último capítulo deja entrever, con todas las consideraciones que hace, que ha quedado tocado por esta −aunque corta− entrevista con el Papa. Pero no lo puede decir, no puede abandonar su imagen de personaje escandaloso, no puede dejar de decir que es ateo de cara a la galería y para toda la gente que hasta ahora lo ha ido siguiendo e incensando por su −extraordinaria− trayectoria literaria.
El libro acaba con uno el Epílogo de tres páginas donde cuenta la última anécdota con el Papa y a quien envía un inesperado abrazo.