Francisco Güell, El último in vitro, autoedición (Amazon): 2025, 362pp., ISBN: 9798282584509.
Revelador e iluminador libro del investigador Dr. Francisco Güell acerca del aumento de riesgo de enfermedades asociadas a las técnicas de reproducción asistida, así como de la falta de información al respecto.
Ha sido investigador principal del proyecto “B2-InF: Be Better Informed About Fertility” (2020-2023), financiado por la Unión Europea. Desde entonces procura difundir y dar a conocer los resultados de dicho estudio, que están disponibles también online (www.cordis.europa.eu).
Allí se puede leer el titular de los resultados del estudio: “Las clínicas de fertilidad deben actuar según el mejor interés de los pacientes, proporcionando toda la información necesaria para la toma de decisiones. Por tanto, el cumplimiento legal es una expectativa fundamental.”
De un modo muy didáctico, poco a poco, incluyendo pequeños resúmenes o repasos de lo dicho hasta el momento, con ejemplos y anécdotas, el autor va desplegando ante el lector un enorme panorama, en el que se entremezclan los deseos de las parejas, la investigación biomédica, y los negocios. El lenguaje es sencillo, a veces incluso con humor, y siempre muy delicado y respetuoso. El libro se lee con gusto.
Explica el deseo de muchas parejas a tener hijos, habitualmente alrededor de los 40 años, y que no consiguen quedarse embarazados de manera natural, lo que los lleva a recurrir a la reproducción asistida, porque tienen la idea de que es más eficaz y que asegura la salud del futuro hijo. En cambio, el autor muestra que la información que se da y que se publicita no coincide con las que recogen los estudios científicos, y que se oculta el riesgo de enfermedades asociadas a estas técnicas.
Expone que el sector de las clínicas de reproducción asistida es muy rentable económicamente. Desafortunadamente, se da una situación en la que los conflictos de intereses son constantes. Son los mismos médicos los que forman parte de las asociaciones, clínicas, consejos de revistas científicas, y los investigadores. Por este motivo, quienes asesoran a los gobiernos pertenecen a las instituciones que después se lucrarán con el crecimiento del sector. De esta manera, es difícil que los asesores puedan ser independientes.
Los pioneros en la reproducción asistida, C. Wood y A. Westmore, en su libro de 1984 ya afirman claramente que hay mayor riesgo de enfermedades asociadas a la población in Vitro. Con posterioridad, muchos estudios recogen la incidencia de estos métodos (de todos ellos: fecundación in Vitro, inseminación artificial o la inyección citoplasmática de espermatozoides) en la salud de los niños, tanto física como psicológica. En menor medida también en la salud física de la madre, al someterse a tratamientos de estimulación ovárica. Y para la salud psicológica de la pareja cuando el hijo está enfermo, porque cargan con la culpa.
Ayuda a poner la mirada en el futuro hijo, que debe ser protegido. Ningún profesional sanitario debería poner en riesgo la salud de esas personas. Y menos, siendo alguien tan querido y esperado por sus padres. Precisamente porque le desean tanto, los mismos padres deberían protegerle, pero en las clínicas no les dan la información adecuada, generando vidas con mayor riesgo de enfermar, n sólo durante su gestación sino a lo largo de toda su vida.
Por este motivo urge mejorar el documento de consentimiento informado, tanto para ayudar a los padres a tomar su decisión de manera autónoma y libre, como por las consecuencias jurídicas que puede tener: “Es fundamental que los gobiernos, en beneficio directo de la sociedad, refuercen estrictamente la aplicación de las leyes de derechos del consumidor, publicidad y consentimiento informado en el ámbito de la RMA” (p. 329).
Hay una necesidad de acabar con la información engañosa, apoyada en estadísticas que no son claras. Por ejemplo, presentar “tasas de éxito” en las que la clínica toma como éxito el embarazo (químico), y no el nacimiento de un hijo sano. La probabilidad de éxito disminuye drásticamente a partir de los 35 años, coincidiendo con las edades de las mujeres que se someten a estos tratamientos. Según un estudio del gobierno francés de 2021 la probabilidad de tener un hijo (sano o no) mediante técnicas de reproducción asistida es del 19,2% para menores de 35 años, del 15,2% a los 35, del 6,4% a los 40, y del 1,6% a los 45.
El libro aporta soluciones, explicando la conveniencia de hacer estudios de fertilidad, y presentando la medicina restaurativa, que “se presenta como una estrategia pública más conveniente desde el punto de vista de la salud, de la sostenibilidad, de la eficacia y de la eficiencia” (p. 328). A través de la naprotecnología se puede conocer la razón de la infertilidad en un 95%, siendo tratable en muchos casos. De este modo, se podría acceder a tener hijos por concepción natural, sin riesgos médicos asociados, y a un coste -económico y vital- mucho menor. El beneficio económico de las clínicas de reproducción asistida frena el desarrollo y la difusión de la medicina restaurativa.
Finaliza con un capítulo de sugerencias para mejorar la situación. En especial, sugiere “que los gobiernos detengan cautelarmente la actividad de RMA hasta que los ensayos clínicos en animales y los estudios epidemiológicos con la población in Vitro muestren que el riesgo de las técnicas y los procesos utilizados suponen un ‘riesgo mínimo’ o asumible para la salud de la población concebida in Vitro” (p. 331).
Vale la pena leer el libro y abrir los ojos a esta dura realidad, para entenderla y poder así redirigirla para el bien de todos, en especial de aquellos que en el futuro puedan nacer mediante estas técnicas.