La exhortación apostólica Dilexi te se divide en una breve introducción y cinco capítulos. En una apretada síntesis se podría resumir así:
Capítulo I: Algunas palabras indispensables
El primer capítulo se detiene en el sentido cristiano de la atención a los pobres e invita a escuchar el “grito de los pobres” y a reconocer las diversas formas de pobreza —material, moral y espiritual— que interpelan la conciencia cristiana.
Establece que la cercanía a los necesitados es encuentro con Cristo. Advierte : «No es posible olvidar a los pobres si no queremos salir fuera de la corriente viva de la Iglesia que brota del Evangelio y fecunda todo momento histórico.» (DT 15)
Advierte también cerca de a actitudes ideológicas que trivializan la pobreza y llama a escuchar el grito de los pobres como llamado divino y considera que «el compromiso en favor de los pobres y con el fin de remover las causas sociales y estructurales de la pobreza, aun siendo importante en los últimos decenios, sigue siendo insuficiente.» (DT 10)
Capítulo II: Dios opta por los pobres
El segundo capítulo hace un repaso de textos bíblicos que fundamenta la tesis de la opción preferencial de Dios por los pobres. como expresión de la misericordia divina. Presenta a Cristo como modelo de cercanía y servicio, y recuerda que el amor al prójimo es inseparable del amor a Dios, siendo las obras de misericordia criterio del juicio final. Enfatiza que la preferencia de Dios por los pobres no es opcional sino esencial. Jesús se identifica con los pobres, asume la pobreza humana y revela la justicia de Dios desde los marginados.
Se denuncian formas estructurales de opresión y se afirma que la fe genuina va acompañada por justicia social. Concluye afirmando que, a lo largo de los siglos, los textos bíblicos presentados «han interpelado los corazones de los cristianos a amar y a realizar obras de caridad, como semillas fecundas que no cesan de producir fruto.» (DT
Capítulo III: Una Iglesia para los pobres
Enlazando con esta conclusión, en el capítulo tercero, el Papa recorre la historia cristiana (orígenes, tradición patrística, órdenes mendicantes) en su servicio a los necesitados. Muestra una continuidad de caridad y entrega que ha sostenido la vida cristiana a lo largo de los siglos y se detiene en las acciones llevadas a cabo por la Iglesia y por los cristianos en la educación de los pobres, acompañando a los emigrantes y también a través de movimiento populares en lucha con las causas estructurales de la pobreza.
Sostiene que la identidad de la Iglesia debe configurarse “con” y “para” los pobres. Plantea que las instituciones eclesiales — liturgia, ministerios y estructuras — deben integrar la lógica de la cercanía, solidaridad y conversión.
Capítulo IV: Una historia que continúa
El cuarto capítulo analiza la proyección social de este compromiso, destacando la Doctrina Social de la Iglesia y el impulso del Concilio Vaticano II. Denuncia las estructuras que generan desigualdad y propone valorar la experiencia y sabiduría de los pobres como un don para toda la comunidad eclesial.
Sitúa la opción preferencial por los pobres en el contexto de la Doctrina Social de la Iglesia, que de modo más o menos explicito esta presente desde la Rerum Novarum. Muestra cómo el magisterio social ha ido desarrollando una tradición crítica frente a las estructuras injustas y recuerda que esa historia no está concluida, sino que sigue desafiando al presente.
Capítulo V: Un desafío permanente
El último capítulo pone el acento en que el servicio a los pobres no es un proyecto temporal, sino un desafío constante para la Iglesia y cada cristiano. Llama a gestos concretos de solidaridad, oferta de oportunidades reales, acompañamiento y conversión cultural. Afirma que el amor sin límites hacia los pobres es criterio de fidelidad cristiana.
El documento concluye con una llamada a la conversión personal y comunitaria. Recuerda que el cuidado de los pobres es una tarea permanente y cotidiana, y que los gestos concretos de ayuda y cercanía —por pequeños que sean— son expresión viva del Evangelio en el mundo actual.
A lo largo del texto, Dilexi te articula la idea de que el amor cristiano verdadero se manifiesta en la opción preferencial por los pobres: amar a Cristo implica amar a los más desvalorizados. La exhortación no sólo propone gestos asistenciales, sino una conversión interior, institucional y cultural que reoriente la misión de la Iglesia hacia aquellos que sufren.
En comentarios sucesivos iremos profundizaremos en algunos aspectos específicos de la Dilexi te, que incluirán denuncias y propuestas, los pobres en el contexto de la Doctrina Social de la Iglesia, y, finalmente, aportaciones, deficiencias y retos.