No es la primera vez, ni mucho menos, que un Romano pontífice presenta una encíclica u otros documentos relacionados con la devoción sobre el Sagrado Corazón de Jesús, destacando la centralidad de esta devoción en la espiritualidad cristiana. León XIII, con su encíclica Annum Sacrum (1899) subrayó que el Sagrado Corazón es la fuente de salvación y misericordia para toda la humanidad. Invitó a todos los fieles a profundizar en esta devoción como respuesta al amor redentor de Cristo. León XIII marcó un momento histórico al consagrar solemnemente toda la humanidad al Sagrado Corazón de Jesús en los albores del siglo XX. Estableció también un modelo para la consagración personal, familiar y social al Corazón de Cristo. Anteriormente, en 1856, el Papa Pío IX había establecido la Solemnidad del Sagrado Corazón, que fue un hito para promover esta devoción en toda la Iglesia.
Pío XI, con su encíclica Miserentissimus Redemptor (1928) destacó la importancia de la reparación como respuesta al amor rechazado de Cristo. Subrayó que este acto no es solo individual, sino también comunitario, llamando a la participación en el culto público y privado. El Papa Pío XI relacionó esta devoción con su encíclica anterior (Quas Primas), donde estableció la fiesta de Cristo Rey.
Una de las encíclicas más importantes sobre el Sagrado Corazón de Jesús es la Haurietis Aquas (1956) de Pío XII, sobre la naturaleza y la importancia de la devoción al Sagrado Corazón. Allí desarrolló una teología profunda sobre el significado del Sagrado Corazón como símbolo del amor divino y humano de Cristo. Explicó que esta devoción no solo es afectiva, sino también efectiva, llamando a los fieles a vivir un amor activo y transformador.
San Juan Pablo II, escribió la encíclica Dives in Misericordia (1980) dónde aborda la misericordia divina, estrechamente vinculada con el Corazón de Jesús. Allí subraya la centralidad del amor misericordioso de Dios, revelado en Cristo, y animó a los fieles a redescubrir esta dimensión en su espiritualidad y vida cotidiana.
Benedicto XVI, aunque sin ninguna encíclica específica sobre el Sagrado Corazón aludió a Él en varias ocasiones, algunas de las cuales están recogidas en la DN. En una de ellas, Benedicto XVI invitaba a reconocer el Corazón de Cristo como presencia íntima y cotidiana en la vida de cada uno (DN, 81).
Dilexit nos retoma y cita todos los documentos anteriores, lo cual, junto con la recopilación de escritos de autores espirituales representa un gran esfuerzo, digno de elogio.
Cómo es lógico cada documento acentúa más unos aspectos que otros, dentro de una continuidad en lo esencial. En la Dilexit nos, el acento recae en la expresión del amor a Corazón de Jesús en el amor a los demás y en ver este amor como una fuerza transformadora del mundo actual. En cambio, hay menos énfasis que en otros documentos, en ver el amor al Corazón de Jesús como medio para la conversión personal y para enriquecer la vida espiritual y el trato personal con Dios, también en el trabajo, la familia y la vida ordinaria. La reparación a las ofensas al Corazón de Cristo por los pecados propios y ajenos y el sacrificio, no se omiten, pero, en gran medida, son canalizados hacia el amor al prójimo.