La encíclica ‘Dilexit nos’ del Papa Francisco, sobre el Sagrado Corazón de Jesús, ha sido publicada el día 24 de octubre de 2024. Toma su título de unas palabras de san Pablo referidas a Cristo: “Nos amó” (Rom 8, 37). La entera encíclica puede resumirse en analizar cómo Cristo nos ha amado y en reflexionar sobre cómo ha de ser nuestra correspondencia a su amor en el actual contexto cultural y social. Lo hace con profundidad teológica y acudiendo a la cuantiosa literatura espiritual sobre el Corazón de Jesús, símbolo privilegiado del centro más íntimo del Verbo de Dios encarnado y expresión de su infinito amor. Este documento muestra continuidad con el abundante Magisterio anterior, pero con acentos propios.
Dilexit nos (DN) es la cuarta encíclica del Papa Francisco, después de Lumen Fidei (2013), sobre la virtud de fe, que dejó en gran parte preparada el Papa anterior, Benedicto XVI, a la que siguió Laudato si’ (2015), sobre la visión cristiana de la ecología y el cuidado de la “casa común”, y la Fratelli tutti (2020) sobre la fraternidad y la amistad social. El propio Papa Francisco vincula Dilexit nos a las dos encíclicas sociales anteriores, proporcionando una base espiritual a los requerimientos sociales. En sus propias palabras,
Lo expresado en este documento nos permite descubrir que lo escrito en las encíclicas sociales Laudato si’ y Fratelli tutti no es ajeno a nuestro encuentro con el amor de Jesucristo, ya que bebiendo de ese amor nos volvemos capaces de tejer lazos fraternos, de reconocer la dignidad de cada ser humano y de cuidar juntos nuestra casa común. (DN, 217)
La encíclica no explicita cuál es su objetivo, pero tras su lectura, se puede colegir que pretende revitalizar la devoción al Corazón de Jesús y una mayor concienciación de que el amor a Cristo puede transformar un mundo deshumanizado. Como afirma en las palabras conclusivas, “Sólo su amor [de Cristo] hará posible una humanidad nueva.” (DN, 218). El esfuerzo del Papa Francisco por revitalizar la devoción al Corazón de Jesús se inscribe en una perspectiva contemporánea, conectándola con las necesidades espirituales del mundo actual.
Estamos ante un documento importante y con un mensaje ambicioso, que busca, nada menos que trasformar este mundo nuestro, juzgado como consumista, deshumanizado, “líquido” y en el que hay muy poco lugar para el corazón, en otro iluminado por el amor de Cristo y, sobre todo, transformado por personas que se han dejado ganar por este amor.
De cada una de las cinco partes en que está estructurado el documento podemos aprender y nos pueden ayudar a mejorar. La primera, más filosófica, lleva a captar la profundidad simbólica de la expresión “Corazón de Jesús”, mientras que la segunda –muy recomendable para meditar– nos lleva a comprender mejor cuál ha sido y es el amor de Cristo por nosotros, y la tercera ayuda a profundizar teológicamente en el culto al Sagrado Corazón de Jesús. La cuarta ilustra el impacto del amor a Cristo en los santos y los desarrollos en la espiritualidad a los que han dado lugar, con matices interesantes en el trato y amor a Cristo. La quinta parte, quizá la más genuina, desarrolla la proyección de la correspondencia al amor de Cristo en el amor a los demás.
No creo que la DN pueda conectar demasiado con quienes están alejados de la tradición cristiana, quizá no sea éste su objetivo inmediato. Sin embargo, por la palabra y el testimonio de los fieles laicos, metidos en medio del mundo, sí puede llegarles el mensaje trasformador de Cristo que alienta la encíclica.
Un último apunte, diría que importante, es la unión necesaria entre la unión con Cristo –amor correspondido al Amor de Cristo– y la preocupación fraterna por los demás. Es conocido el problema de asociaciones caritativas cristianas desprovistas de espiritualidad, que no se diferencian demasiado de otras organizaciones altruistas. A este respecto, alguien ha dicho que el laicismo ha entrado en las organizaciones caritativas católicas. Lejos de este planteamiento, el Papa Francisco une solicitud por los demás y vida interior –con sus propias palabras, “fraternidad y mística” (DN, 177-80)– y lo hace, en primer lugar, citando a san Bernardo de Claraval, un hombre de acción con fuerte espiritualidad. San Bernardo, invitaba en primer lugar a la unión con el Corazón de Cristo, aprovechaba la riqueza de esta devoción para proponer un cambio de vida fundado en el amor. Él creía que era posible una transformación de la afectividad, esclavizada por los placeres, que no se libera por la obediencia ciega a un mandato sino en una respuesta a la dulzura del amor de Cristo” (DN, 177; énfasis añadido). A partir de aquí viene la preocupación por los demás.
La Dilexit nos, se une a otras encíclicas, a las que ya nos hemos referido, que reflejan la centralidad del Sagrado Corazón en la común espiritualidad católica, y que han guiado esta devoción a lo largo de los siglos, adaptándola a los tiempos y reforzando su lugar como símbolo del amor redentor de Cristo. También subraya la importancia de confiar en Jesús y corresponder a este amor y a expresarlo en voluntad de conversión continuada y en maneras concretas de servicio y amor a los demás, abarcando, por tanto, una dimensión personal con implicaciones sociales y comunitarias.
En las siguientes entradas nos ocuparemos de los contenidos (Parte II), para pasar después al análisis de algunas características de la encíclica (Parte III ) y su conexión con el anterior Magisterio de la Iglesia sobre el Sagrado Corazón (Parte IV).