Opinión

Nietzsche: Hombres Superiores y Hombres Inferiores (I)

Friedrich Nietzsche es considerado uno de los personajes más influyentes en el pensamiento filosófico contemporáneo, y también en ámbitos literarios, musicales, sociológicos, psicoanalíticos, impresionistas, etc. Diversos autores han recibido su influencia, ya sea del ateísmo, el vitalismo cosmológico, el “superhombre”, el elitismo social, la inversión de los valores, las mitologías de la antigua Grecia, los seres superiores e inferiores (que es el tema que vamos a tratar), etc. De esos autores podemos citar a:  K. Jaspers, Ortega y Gasset, Bergson, Gabriele D´Annunzio, Thomas Mann, Heidegger, Albert Camus, Unamuno, J. L. Borges, Michel Foucault, E. Cioran, T. Adorno, etc.

Dr. Lluís Pifarré se ha ocupado de este filosofo en su obra, Nietzsche: La injusticia de la igualdad. Aquí queremos plantearle algunas claves, entre ellas la vitriólica cuestión anunciada en el encabezamiento, sobre la existencia hombres superiores e inferiores, que el Dr, Pifarré, considera que están básicamente sustentada en nihilismo ateo de Nietzsche.

P.- Antes de entrar en materia, ya que se ha citado el nihilismo, ¿no profetizó Nietzsche que, una vez superado el cristianismo, sería el nihilismo una de las ideologías que enmarcarían el futuro de la sociedad occidental?

R.- Al modo de los oscuros profetas demoníacos, Nietzsche preconiza que en el S. XIX y siguientes, imperará el nihilismo, especialmente en la sociedad occidental, en forma de ateísmo, relativismo, hedonismo, etc., retornando a una forma de existencia parecida a la de los antiguos griegos que se inspiraron primordialmente en las mitologías paganas.

P.- ¿Por qué motivo Nietzsche estableció la división entre los hombres superiores y los hombres inferiores? 

R.- Una de los motivos se debe a su materialismo cosmológico y su gnoseología empìrista, que le lleva a desechar el concepto de “naturaleza humana. Al respecto, se preguntaba David Hume, el icono del empirismo: ¿De dónde extraemos “la idea” de naturaleza? No la extraemos de las impresiones sensibles, pues mis sensaciones solamente conocen individuos desiguales.

P.- En un artículo que escribiste en este blog sobre la “igualdad”, comentabas que, para Nietzsche, la presencia de los seres superiores respecto de los inferiores es una realidad verificable, determinada por la voluntad de poder como fundamento de la vida.

R.- Lo dije al referirme sobre la gran magnitud de fuerzas y energías cósmicas en el universo de Nietzsche, que no están regidas por ningún «diseño creativo” o «inteligencia suprema”, sino que la arbitrariedad de la voluntad de poder, es la que configura a priori, la desigualdad de los seres humanos, una desigualdad que se verifica por el hecho de que los hombres superiores son más vitales e inteligentes, más dominadores, con mayor sensibilidad artística, con más capacidad para los goces sensibles, etc.

 P.- Entonces, según Nietzsche, se justifica que los seres superiores tengan más derechos que los seres inferiores.

R.- Se justifica que tengan más derechos porque, en este contexto, los seres superiores son expresión de la vida ascendente y los inferiores son expresión de la vida descendente, lo que propicia que la moral de los señores (Herren), sea la propia de los seres arrogantes y soberbios, de vigorosa vitalidad, que contrasta con la moral de los esclavos (Sklave) que es la propia de los seres inferiores, miserables e incapaces, que se nutren de la desconfianza y el recelo por la vida superior. De este supuesto, el pensador alemán expresará que el mayor veneno es la injusticia de la igualdad: No existe veneno más venenoso que ése; pues la igualdad parece ser predicada por la justicia misma, mientras que es el final de la justicia

P.- ¿Cómo se configura esta expansión de fuerzas y energías cósmicas?

R.- La configuración de las fuerzas y energías se manifiestan mediante la diversidad específica de los seres vivos, fuerzas y energías qué en el ser humano no se muestran de forma homogénea (Gleichartig,) sino de forma azarosa y heterogénea (Ungleichartig). Distinción que origina divergentes modos de expresar el talante vital, en la que unos individuos lo poseen con sobreabundancia y otros con escasez.

P.-En qué se basa para evaluar el distinto nivel de los individuos

R.- El pensador alemán sopesa que conceder el mismo valor a los seres humanos, presupone tergiversar y agredir a la naturaleza, poniendo trabas a la vida en su natural expansión para ser más, para desarrollar sus ilimitadas potencialidades: Decir que el degenerado y el enfermo deben tener el mismo valor con el sano, sería oponerse al curso natural de la evolución, haciendo de la contranaturaleza una ley. [1]

P.- Con lo cual, se puede aventurar que la vida se intensifica a través de la expansión de sus fuerzas y energías.

R.- Por este motivo, el afán más primario de la vida (como expresión del empeño de la voluntad de poder) es el de “querer” de forma insaciable, incrementar constantemente su mayor cantidad de fuerzas, para expansionarse en un “crescendo” constante, con objeto de fortalecer la trama de la vida que manifiestan los individuos particulares en su acontecer temporal: La vida es para mí instinto de crecimiento, de acumulación de fuerzas, de incremento de poder.[2]

P.- ¿Y cuál es el argumento que utiliza para asentar esta divergencia entre los hombres superiores y los inferiores?

R.- Su argumento es que esta diferencia la constatamos mediante la “experiencia sensible” como antes decía, que se verifica en que los individuos humanos, al margen de su semejanza externa, tienen niveles desiguales en sus aspectos intelectuales, psicológicos, imaginativos, caracterológicos, etc., deduciendo  que estas diferencias de nivel, son una “exigencia natural” que justifica el innegable derecho de dominio y apropiación por quienes muestran una superior vitalidad en sus diversas dimensiones existenciales: El mayor número de los hombres, no tienen derecho a la existencia y se convierten en una desgracia para los hombres superiores. [3]

P.- ¿Por qué identifica la vida como voluntad de poder?

R.- Porque la “Voluntad de Poder” es la esencia misma de la vida, cuyo atributo más propio es el ser un “instinto de crecimiento”, una fuerza en constante progresión. Nietzsche piensa que una de las tareas que tiene encomendadas por el destino, es la de transmitir a los hombres la secreta realidad de que la vida no es una simple voluntad de vida, una pesimista forma de vivir como decía Schopenhauer, sino que la vida es voluntad de dominación, de superación y de incremento de poder, que mueve y acciona todo lo real. Zaratrustra, el iluminado visionario ideado por Nietzsche, confirmará con su habitual énfasis: “Solo donde hay vida hay también voluntad, pero no voluntad de vida, –sino como lo enseño yo– ¡voluntad de poder! [4]

 P.- ¿Qué autores precedieron a Nietzsche en esta división de los seres humanos?

R.- De los autores que precedieron a Nietzsche, podríamos citar al filósofo presocrático Heráclito, que dice en una de sus máximas más conocidas: El conflicto es el padre de todas las cosas, A unos ha hecho a esclavos y a otros libres,[5] el sofista Trasímaco, un protagonista en La República de Platón, que a pesar de defender el derecho de los más fuer­tes, afirmará -al contrario de Nietzsche- que la igualdad no surge por “necesidad de la naturaleza”, sino por las «artimañas» que los más fuertes han ideado para someter a los más débiles.[6] Pero es Calicles, el personaje que aparece en el Gorgias, de Platón, el que quizá presenta más similitudes con Nietzsche: Las leyes han sido establecidas por los débiles para evitar ser aplastados por los más fuertes, por aquellos que están capacitados para tener más,[7], y que las leyes que protegen a los seres inferiores son contrarias a la naturaleza: “Creo que la justicia natural consiste en que el mejor tenga autoridad sobre los hombres de menor capacidad y posea más que ellos [8]  . También acusará a la Ilustración por haber incentivado los principios de igualdad y fraternidad universal, unos principios que han diluido de forma soterrada, el sentido afirmativo de la vida, y lanzará duras diatribas contra el igualitarismo socialista, al interpretar que su ideología no deja de ser un parásito degradado de los ideales cristianos, y de paso estigmatizará a Rousseau, por fomentar el princi­pio del “sufragio universal”, que proclama que todos los hombres son iguales y tienen los mis­mos derechos.

P.- En sus referencias a los hombres inferiores les dedica una serie de ofensivos insultos.

R.- Nietzsche sin concesión a la galería, dedica a los individuos inferiores, los adjetivos más ofensivos y humillantes que se hayan pronunciado en la historia de la filosofía (plebe, rebaño, chusma, abyectos, decrépitos, resentidos, envidiosos, mezquinos…) Quizás Martín Lutero, es el que tiene más semblanzas con Nietzsche, debido a sus agresivas burlas, insultos, difamaciones y calumnias que pronunció sobre la Iglesia Católica en el S. XVI.

 P.- ¿Esta división de seres superiores e inferiores, no le supuso al pensador alemán el rechazo por parte de la sociedad de su época?

R.- Esta división que se podría motejar como “maniquea”, fue rechazada por los defensores del “sufragio universal”, al no aceptar que, a priori, hay individuos superiores y otros inferiores, pues tal división ofendía, y ofende, la sensibilidad de amplios sectores de la sociedad, proporcionando todo un semillero de polémicas en varias direcciones en los medios de comunicación, en la vida laboral, en la política, en la enseñanza, etc.


[1] Id.  La Voluntad de Poder, af. 245

[2] Id. El Anticristo, af. 6.

[3] Id, La Voluntad de Poder, af. 867.

[4]  F. Nietzsche, Así habló Zaratustra, 2ª parte del aptdo: De la superación de sí mismo.

[5]  Heráclito, fragm. 53

[6]  Platón, República, 1.338c

[7]  Id. Gorgias, O.C. Ed. Aguilar, Madrid 1981, p. 387

[8] Ibídem, p. 383