La vigencia del milagro espanta al pagano, al punto de obligarle a escoger entre su paganismo y la racionalidad. Ante el milagro, no hay nada más racional que creer en Dios. Por eso la paganía se esfuerza sobremanera en ocultar las evidencias. La quema y destrucción de pruebas ha sido siempre su impulso primigenio, seguido por el intento de purgar la memoria, de tergiversarla, y, a la postre, de trucarla con subterfugios sustitutivos. Sin embargo, las verdades son tercas en su evidencia, pues, al ser multitud, no todas han podido ocultarse.
Muchos milagros eucarísticos no son mera historia pasada sino pura actualidad: sus manifestaciones muestran un milagro que se perpetúa ante nuestros ojos. ¿Cómo no creer? La perseverancia en la cerrazón borra al ateo su pretendida racionalidad: su persistencia resulta inhumana.
Mata lo ha hecho a conciencia. Su libro es exhaustivo, didáctico, preciso y de muy buena lectura. Dan ganas de ponerse a viajar de milagro a milagro para honrar y dar gracias al Dios presente en ellos. Tenemos muchos al abasto. Un servidor ya ha hecho sus planes para presentarme ante los que no puedo excusarme de honrar.