Opinión

La inauguración de los Juegos Olímpicos, con ofensas notorias

La inauguración de los Juegos Olímpicos de Paris 2024 el viernes 26 de julio ha tenido una cobertura mundial impresionante como viene siendo usual en estos actos, con un público amplio, también de tipo familiar. Junto a momentos memorables como los desfiles de equipos participantes o el encendido de la antorcha, a muchos, el espectáculo nos ha decepcionado profundamente en su conjunto, por su notable sesgo ideológico y por escenas ofensivas para Dios, para los cristianos y para el propio espíritu olímpico. En efecto, la ceremonia ha sido:

Ofensiva para Dios. Dios, el Ser Supremo, reconocido como tal por una gran parte de la humanidad, ha sido reemplazado por una visión nihilista. La canción de John Lennon, Imagine, que ocupó un lugar destacado, es significativa. Invitaba a imaginar que no hay cielo, ni infierno, ni religión… La ceremonia fue también contraria a la verdad de la Creación, y concretamente del ser humano -varón y mujer- creado a imagen de Dios. En su lugar se han promocionado los valores y el colectivo LGTBIQ+, que niega la naturaleza humana. Otro elemento cuestionable fue la jinete ‘metálica’ sobre un caballo mecánico, al final de la ceremonia, ¿qué significaba? ¿Quizá el transhumanismo que en su expresión más radical sustituye al humanismo, sea o no trascendente?  En esta línea, contraria al querer de Dios, tampoco faltó un enfoque hedonista de la vida, tan lejos de la plenitud humana, con una escena muy tosca representando a Dioniso (Baco para los romanos), el antiguo dios griego del vino y la diversión.

Ofensiva para los cristianos. Fue deplorable escena que recordaba la imagen de la Última Cena de Leonardo da Vinci (ver imagen destacada), con una señora en el centro con un círculo en su cabeza, a modo de aureola de santidad, y con hombres usando ropa y maquillaje drag para imitar y a menudo exagerar los significantes y roles de género femeninos.  Junto a estos Drag Queens, personas semidesnudas bailando y adoptando modales grotescos. Javier Tebas, presidente de La Liga, lo calificó, con razón como una escena ‘irrespetuosa, infame…» Añadiendo: «Usar la imagen de la Última Cena en los Juegos Olímpicos de París es un insulto para los que somos cristianos. ¿Dónde queda el respeto por las creencias religiosas?» Al día siguiente de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, la Conferencia Episcopal Francesa elogió los «maravillosos momentos de belleza y alegría, ricos en emoción». Sin embargo, los obispos enviaron sus pensamientos «a los cristianos de todos los continentes que se han sentido heridos por la indignación y la provocación de ciertas escenas».

Ofensiva para el espíritu olímpico, que tiene una trasfondo filosófico, desde la antigua Grecia, que enfatiza no sólo lo físico sino también valores y virtudes del carácter. Los actuales valores olímpicos se sintetizan en tres: excelencia, amistad y respeto. En la inauguración se han apreciado notorios déficits en los tres valores. En relación con la excelencia, se podrá decir que la ha habido en originalidad e innovación, en la logística, en el montaje televisivo, en la interpretación… No lo negaré, pero eso es excelencia técnica, pero no excelencia en un sentido global, una excelencia que incluya lógica, ética y estética. La lógica está incluida en la técnica pero es más amplia. La elección de temas, canciones y personajes y la exclusión de otros tiene también su lógica. Exaltar mujeres que hay destacado por la defensa del aborto y un feminismo muy poco matizado e ignorar heroínas como Juana de Arco responde a una lógica de la excelencia muy sesgada. Ignorar la Francia de las catedrales y de Carlomagno, de los grandes pensadores y literatos y centrarla en la ilustración también es segado. Cuesta también de ver la excelencia en la ética y la estética en muchas escenas que debería ser presenciado para todos los públicos. La amistad también brilla por su ausencia. No aparece en la simbología ni en el enfoque ofensivo citado que está lejos de fomentar la amistad.

El respeto sale también muy mal parado. Hay una total falta de respeto a las creencias religiosas y al espíritu olímpico, que aboga por despolitizar y por evitar discriminaciones. La Carta Olímpica actual, vigente desde el 15 de octubre de 2023 establece en principio 5. «Como el deporte es una actividad que forma parte de la sociedad, las organizaciones deportivas en el seno del Movimiento Olímpico deben aplicar el principio de neutralidad política.» Esto va para las organizaciones deportivas pero parece que se aplica para alguna otra organización relacionada como la que ha organizado los Juegos Olímpicos de París que ha hecho gala de la política woke de modo ostentoso. En el principio 6  se lee: «El disfrute de los derechos y libertades establecidos en esta Carta Olímpica debe garantizarse sin ningún tipo de discriminación, ya sea por raza, color, sexo, orientación sexual, idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, riqueza, nacimiento u otra condición.» El sentir de los valores cristianos e incluso la rica tradición cristiana de Francia, país anfitrión de los Juegos, han sido claramente discriminados.

Algunas personas valientes han iniciado diversas protestas. Así, Abogados Cristianos ha lanzado una campaña para que el COI sancione a los organizadores de la inauguración Olímpica por mofarse abiertamente de los cristianos. Se proponen también elevar a instancias europeas este ataque contra nuestra fe, exigiendo una condena y sanción ejemplares para los organizadores de la ceremonia inaugural. Corrent social cristià, por su parte, ha presentado una enérgica respuesta al tiempo que  ha iniciado una recogida de firmas para exigir al COI que se disculpe y que haya consecuencias para la ofensa. Otra propuesta ha sido exigir el faltado respeto en las redes sociales aprovechando cada foto, cada resultado de los Juegos con unos hashtags, de los que ha puesto algunos ejemplos: «#Juegosperosinofender», «#Parísnomerepresenta», «#Paríshaylimites», «#Respetoenlosjuegos» y «#Basta de ofensas».

Posdata

El 29 de julio, Anne Descamps, portavoz del comité organizador de París 2024, expresó un sincero arrepentimiento en nombre del equipo. «Nunca hubo la intención de mostrar falta de respeto a ningún grupo religioso. Con Thomas Jolly, el director de la ceremonia, intentamos realmente celebrar la tolerancia comunitaria. Si la gente se ha sentido ofendida, por supuesto, lo lamentamos profundamente», declaró.

Bienvenida sea la disculpa, pero creo que no se debería confundir la «tolerancia comunitaria» con la falta de respeto.

Por su parte, Thomas Jolly, director artístico de la ceremonia, negó cualquier tipo de relación con «La Última Cena», afirmando que no fue esa su inspiración. «La idea era más bien hacer un gran festival pagano, conectado con los dioses del Olimpo…»

Es curioso que tanta gente hay interpretado otra cosa y también que muchos países hayan censurado parte de la ceremonia. A ver si hay aprendizaje para los próximos Juegos Olímpicos.