Reflexión

¿Es actual la teología de Santo Tomás de Aquino?

Con motivo de diversos aniversarios de Santo Tomás de Aquino se vuelve a hablar de su influencia en el estudio de la Filosofía y de la Teología en el momento actual. El Papa Francisco recordó hace poco el “trienio tomista” en el que se conmemora, el 700 aniversario de su canonización en 2023, el 750 aniversario de su muerte en 2024 y el octavo centenario de su nacimiento en 2025, y dijo de él: “brillaba por su recta inteligencia y lucidez, y mientras investigaba reverentemente los misterios divinos, los contemplaba con fe ferviente”.

La alabanza y recomendación de santo Tomás no es de ahora. El Papa León XIII, dio un fuerte impulso, a finales del siglo XIX, al estudio de la doctrina del doctor común, Santo Tomás de Aquino, para tener una buena base teológica en los estudios eclesiásticos. Como ya habían hecho también otros Papas en el pasado (Sixto V, Clemente VI, Nicolás V, Benedicto XIII, San Pío V y un largo etcétera). Lo hizo, como es conocido, con su encíclica Aeterni Patris (1889) donde aboga por restaurar el estudio de Santo Tomás en seminarios y escuelas de formación teológica como respuesta a los desafíos del pensamiento moderno de entonces, impregnado de racionalismo. Pero es menos conocido que también habían recomendado ese estudio los muchos santos fundadores de órdenes religiosas que querían asegurar la formación de los que les seguían. Estas son las palabras de la encíclica en que se subraya esa recomendación:

“Es un hecho constante que casi todos los fundadores y legisladores de las órdenes religiosas mandaron a sus compañeros estudiar las doctrinas de Santo Tomás, y adherirse a ellas religiosamente, disponiendo que a nadie fuese lícito impunemente separarse, ni aun en lo más mínimo, de las huellas de tan gran Maestro. Y dejando a un lado la familia dominicana, que con derecho indisputable se gloría de este su sumo Doctor, están obligados a esta ley los Benedictinos, los Carmelitas, los Agustinos, los Jesuitas y otras muchas órdenes sagradas, como los estatutos de cada una nos lo manifiestan”.

En todo el siglo XX se tienen muy presentes las recomendaciones de la Aeterni Patris (1879) Cabe destacar al Concilio Vaticano II que se refirió a las enseñanzas de Santo Tomás como guía segura para el trabajo en la teología dogmática (Optatam Totius (1965), 16).

La pregunta que surge es si esas recomendaciones relativas al estudio del Santo siguen vigentes en el momento actual. ¿No estamos en diálogo con la cultura del mundo moderno que tiene otras categorías? ¿Pueden los principios y método de Santo Tomás dar respuesta a la complejidad de las circunstancias contemporáneas? ¿Se podría extrapolar la posible respuesta de Santo Tomás al transhumanismo, la inteligencia artificial, la corriente woke, la ideología de género, etc.?

Nos puede dar luz sobre estas preguntas lo que han dicho los últimos Papas. Además de las consideraciones del Papa Francisco citadas más arriba también San Juan Pablo II y Benedicto XVI han hablado de Santo Tomás:

San Juan Pablo II, en la encíclica Fides et ratio(1998, n. 43), afirma:

“Aun señalando con fuerza el carácter sobrenatural de la fe, el Doctor Angélico no ha olvidado el valor de su carácter racional, sino que ha sabido profundizar y precisar este sentido. En efecto, la fe es de algún modo «ejercicio del pensamiento»; la razón del hombre no queda anulada ni se envilece dando su asentimiento a los contenidos de la fe, que en todo caso se alcanzan mediante una opción libre y consciente. Precisamente por este motivo la Iglesia ha propuesto siempre a santo Tomás como maestro de pensamiento y modelo del modo correcto de hacer teología.”

Otra prueba de su actualidad es que es el escritor eclesiástico más citado en el Catecismo de la Iglesia Católica después de San Agustín: 71 veces.

Benedicto XVI dedicó tres de sus catequesis sobre santos en la Iglesia a Santo Tomás. En la pronunciada el 23 de junio de 2010 señalaba: “en el encuentro con verdaderas preguntas de su tiempo, que a menudo son asimismo preguntas nuestras, santo Tomás, utilizando también el método y el pensamiento de los filósofos antiguos, en particular de Aristóteles, llega así a formulaciones precisas, lúcidas y pertinentes de las verdades de fe, donde la verdad es don de la fe, resplandece y se hace accesible para nosotros, para nuestra reflexión. Sin embargo, este esfuerzo de la mente humana —recuerda el Aquinate con su vida misma— siempre está iluminado por la oración”.

El Papa Benedicto, buen conocedor de las filosofías actuales, defendía una razón “ampliada” con la fe. En conexión con la encíclica de su antecesor San Juan Pablo II Fides et ratio, donde se recordaba que fe y razón son las dos alas que elevan el pensamiento humano. Una ayuda a la otra. No hay oposición sino complementariedad. Ésa es también la síntesis del Doctor Angélico.

En conclusión, y a la vista de estas enseñanzas, parece posible y hasta necesario afrontar las cuestiones actuales contando con las aportaciones de Santo Tomás reflexionando desde la fe y la razón sobre las nuevas realidades. No se trata de repetir la doctrina tomista sino tratar de comprender cómo razonar desde el método y los sólidos principios tomistas.