Reseña

Creure i mirar d’entendre (libro)

JOSEP-IGNASI SARANYANA, Creure i mirar d’entendre. Memòries d’un historiador de la filosofia i la teologia, Edicions de la Abadia de Montserrat, Barcelona, 523 pág.

Estamos ante unas memorias con un título un poco intrigante que, de alguna manera, hace intuir que hablará de cuestiones de fe pero también de pensamiento. Como el propio autor reconoce, el título recuerda un poco aquella famosa fase de san Anselmo, credo ut intelligam (creo para entender), pero de una manera más modesta: “creo para intentar entender” y esto es el que hace en esta obra Josep-Ignasi Saranyana, teólogo, historiador y profesor universitario; miembro también de varias academias internacionales.

La obra adopta un orden cronológico, pero con flexibilidad, empezando por las raíces familiares y su educación temprana. Continúa con las diversas etapas de su vida, incluyendo la educación primaria, el instituto de bachillerato, varias universidades en las que realizó su educación superior y los campamentos de Instrucción Premilitar Superior (IPS, más conocida por «milicias universitarias»). Lo que dice sobre estos campamentos lo recuerdo bien, ya que coincidimos los veranos del 63 y del 64. Relata de una manera mucho más extensa su actividad como a profesor universitario. Explica también cómo ha sufrido varios  problemas de salud y, concretamente, un trasplante hepático, el mes de junio de 1995. Gracias a Dios lo superó felizmente, pero fue un impacto tan grande, que Josep-Ignasi no duda en calificar el periodo  siguiente, 1995-2008, como “Renacido” (pp. 345ss)

Como explica en estas memorias, Josep-Ignasi Saranyana nació en Barcelona el 20 de junio de 1941 y fue ordenado sacerdote en 1968, quedando incardinado a la Prelatura del Opus Dei. Ha sido profesor ordinario de Historia de la Iglesia en la Universidad de Navarra, investigador del CSIC y profesor visitante en varias universidades Latinoamericanas. Su principal especialidad es la historia de la teología bajomedieval, y la teología americana de los siglos XVI y XVII.  Su obra se muy extensa. Ha publicado más de veinte libros, editado diez volúmenes colectivos y traducido cinco volúmenes del inglés y del latín al castellano. Es autor de unos 300 trabajos de investigación en revistas especializadas y en obras colectivas. Entre ellas, el volumen Historia de la teología cristiana (750-2000), publicado en 2020.

Le ha tocado a menudo ser pionero. Alumno de la primera promoción del Instituto Teológico de la Universidad de Navarra -hoy, Facultad de Teología-, fundador y director de la revista Anuario de Historia de la Iglesia (1991-2009) y del Instituto de Historia de la Iglesia de la Universidad de Navarra.

Lo explica todo de una manera sencilla, con muchos pequeños detalles, haciendo mención de personas conocidas o tratadas, vivencias personales, anécdotas y, en algunos casos, incluso aportando interpretaciones de los acontecimientos. Con un catalán llano y elegante, el libro es de lectura agradable y generalmente mantiene el interés del lector por todo el que explica.

En estas memorias aporta no solo los recuerdos personales, sino también el contexto histórico y cultural de más de sesenta años, que incluye épocas muy diversas: el convulso tiempo postconciliar, las postrimerías del régimen de Franco, el advenimiento de la democracia y el fin del Estado confesional, los enfrentamientos eclesiásticos por la continuidad o la discontinuidad de la tradición cristiana, así como acontecimientos más recientes. Hay también referencias a las ideologías dominantes, en gran parte herederas de la Revolución del 68, como por ejemplo la extensión de un comunismo con cariz humanista y la posmodernidad filosófica, incluyendo lo “pensiero debole” (pensamiento débil), nombre acuñado por Gianni Vattimo, y, por supuesto, la teología de la liberación, que tanto impacto tuvo en Latinoamérica. Habla también del resurgir de la metafísica y resalta a Cornelio Fabro y, sobre todo, su discípulo, Carles Cardona, catalán y amigo de Saranyana.

Saranyana no solo hace descripciones, sino que también analiza enfoques que fueron relevantes. Resalta las cualidades de la gente y no habla nunca mal de nadie. Sin embargo, no se ahorra exponer hechos que pueden ser menos edificantes, siempre aflorando autenticidad y, cuando procede, aportando datos objetivos.

Expresa sentimientos personales, sin esconder limitaciones y debilidades. Hay momentos en que desvela su espiritualidad, como cuando explica su ida a Montserrat el 2 de mayo del 2022, donde había celebrado la misa de acción de gracias después de la ordenación sacerdotal en 1968. Volvió -afirma- para “dar gracias por mi perseverancia, pidiendo poder morir a la Obra” (p. 184). Recuerda también con especial afecto sus encuentros con santo Josemaría, durante su estancia formativa en Roma y en otros momentos.

En sus tareas docentes y de investigación, Saranyana tuvo ocasión de conocer y tratar mucha gente. Desde el cardenal Joseph Ratzinger, futuro Benedicto XVI, hasta obispos, teólogos y otros personajes, menos conocidos por el gran público. Además de actividad académica, Josep-Ignasi ha llevado también a cabo una extensa tarea pastoral, como a presbítero, aunque habla poco de ello, salvo los primeros años (pp. 194-7), que fueron de gran intensidad y, gracias a Dios, con muchos frutos.

Hay memorias que resultan particularmente interesantes por aquello que dicen sin haber sido publicado en otro lugar, o bien por dar una visión personal de los acontecimientos. Esto es el que pasa aquí. Un ejemplo remarcable es su relación con el cardenal Ratzinger, con quien se entrevistó en varias ocasiones para hablar de teología, y en una ocasión, enviado por Álvaro del Portillo, en 1983, para preguntarle sobre su visión de las prelaturas personales. Explica la escasa comprensión del Opus Dei que inicialmente manifestaba Ratzinger, y su influencia en el cambio de lugar de los cánones dedicados a las Prelaturas personales en el Código de Derecho Canónico del 1983, que tanto debate han provocado. Nos refiere también las posteriores relaciones del cardenal Ratzinger con la Prelatura, en las que mostró una progresiva comprensión del carisma recibido por el Fundador de la Obra y una gran estima por la Opus Dei (pp. 243-258).

Explica también la historia, pienso que poco conocida, de la edición de la hoy famosa Biblia de Navarra, inspirada por santo Josemaría, que empezó queriendo ser solo una traducción al castellano con notas piadosas, y que ha acabado siendo una traducción del original griego con notas científicas cuidadosas y la inclusión del texto latino de la Neovulgata, que es la versión oficial para la liturgia romana de la Iglesia.
Las memorias incluyen un apéndice con una larga lista de amigos, colegas, intelectuales y pensadores tratados o referidos,  que ponen de relieve la riqueza de una vida intensamente vivida, de la cual hay que aprender virtudes y su saber hacer.
No hace mucho, en una entrevista en Cataluña cristiana, le preguntaron por su legado. El Dr. Saranyana respondió con sencillez: “Es inevitable que haya dejado algún rastro, algún poso después de tantos años… No lo sé. Solo puedo decir que el estudio de la teología me ha estado utilísimo, a nivel personal, para fortalecer mi fe y para mirar de entender algo mejor aquello que creo. Sería fantástico que mis lectores llegaran a las mismas conclusiones.” Pienso que así será.