Comentario de documentos

Comentario a la ‘Dilexit te’ (y III): Cómo interpela a los fieles laicos

La exhortación apostólica Dilexit te habla abundantemente de los religiosos y de su papel en favor de los pobres a lo largo de la historia, algunos de ellos con carismas muy específicos. En algunos casos centrados en el cuidado de los pobres, y aun de los más pobres entre los pobres, en otros, enfocados a actividades educativas entre población necesitada de desarrollo cultural, profesional o espiritual, al cuidado de los enfermos o a la redención de cautivos, incluidas formas modernas de esclavitud, como el alcohol, la droga o la prostitución.

En cambio, la exhortación habla menos de los fieles laicos. Sólo en dos ocasiones se citan los laicos de modo explícito. Una es a propósito de movimientos populares, «integrados por laicos y guiados por líderes populares» que luchan para no dejar atrás a los más pobres y débiles (DT 80) y de «los movimientos de trabajadores, de mujeres y de jóvenes, así como la lucha contra la discriminación racial, han dado lugar a una nueva conciencia de la dignidad de los marginados.» (DT 82). La segunda alusión a los los fieles laicos se refiere a la importancia histórica que éstos han tenido en la implementación de la doctrina social de la Iglesia. Afirma que «sería inimaginable su relectura de la revelación cristiana en las modernas circunstancias sociales, laborales, económicas y culturales sin los laicos cristianos lidiando con los desafíos de su tiempo.» (DT 82). Tampoco en este punto se olvida de los religiosos: «A su lado (de los laicos) trabajaron religiosas y religiosos, testigos de una Iglesia en salida de los caminos ya recorridos.» (DT 82).

A algunos no habría gustado que el documento hubiera abierto horizontes tangibles para los fieles corrientes – los «santos de la puerta de al lado» de los que hablaba el Papa Francisco -, pero es obvio que una exhortación apostólica tiene sus límites y cada documento tiene su propia focalización. Respecto a esto último, se afirma que el deseo del Papa es «que todos los cristianos puedan percibir la fuerte conexión que existe entre el amor de Cristo y su llamada a acercarnos a los pobres.» (DT 3). En todo caso, al dirigirse a todos los cristianos, obviamente, se dirige también a los fieles laicos, que han de aplicar las enseñanzas pontificias de acuerdo con su carácter secular.

Como recuerda el Concilio Vaticano II, «el carácter secular es propio y peculiar de los laicos» (Lumen gentium, 31). Eso distingue a los fieles laicos de los cristianos pertenecientes al clero o a los institutos religiosos. El contenido de la secularidad es explicitado, afirmando:  «A los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios. Viven en el siglo, es decir, en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con las que su existencia está como entretejida. Allí están llamados por Dios, para que, desempeñando su propia profesión guiados por el espíritu evangélico, contribuyan a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento» (Lumen gentium, 31).

Como ya se ha notado anteriormente, la pobreza puede ser económica, pero también moral, espiritual, cultural y social. Y en todos estos campos, los fieles laicos tienen mucho que hacer: con iniciativas personales, influyendo en las instituciones o mediante actividades asociativas. Todas ellas pueden ser muy variadas, dependiendo de las circunstancias y los talentos de cada persona. Respecto a las instituciones, la exhortación alaba acciones que contribuyan a erradicar las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, la tierra y la vivienda, o la negación de los derechos sociales y laborales (DT 81).

Un modo inteligente y eficaz de contribuir a erradicar la pobreza económica -con frecuencia asociada a la pobreza social- es crear puestos de trabajo mediante actividades productivas o facilitando la creación de puestos de trabajo mediante inversiones productivas. También ya actividades comerciales para hacer más asequibles los productos (eliminado costes de embalado, publicidad, etc. para la «base de la pirámide» de ingresos). Sectores marginados como personas discapacitas pueden requerir emprendimientos específicos. La dedicación a la formación profesional es otro gran medio para facilitar la ocupación laboral. Todo ello sin olvidar los donativos a modo de limosna realizada con inteligencia, directamente a entidades de confianza y de modo que se compagine solidaridad y subsidiariedad. El Papa León, recuerda el valor de la limosna al tiempo que confirma, como ya lo hiciera Juan pablo II, que «la ayuda más importante para una persona pobre es promoverla a tener un buen trabajo, para que pueda ganarse una vida más acorde a su dignidad, desarrollando sus capacidades y ofreciendo su esfuerzo personal.» (DT 115)

La pobreza moral y espiritual, muy extendida también en poblaciones económicamente pudientes, exige, en primer lugar, sensibilidad, ya que puede estar en personas muy próximas. Después, exige dedicación apostólica para ayudar a salir de tal pobreza. La educación, con una gran variedad de iniciativas, y los medios de comunicación, incluyendo las redes sociales, y publicaciones impresas o digitales pueden contribuir grandemente a salir de la pobreza cultural.

La llamada de Papa claramente incluye que los fieles cristianos de toda condición sean sensibles a las necesidades de los demás y, en particular de quienes se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad o necesidad, especialmente de aquellos con quienes se encuentran en el camino de su vida, como el Buen Samaritano. Y, como este personaje de la parábola evangélica, atenderán la urgencia y lo cuidarán de modo generosos e inteligente, sin olvidar su trabajo profesional y la propia familia. Como el Buen samaritano que lo lleva a la posada retribuyendo al posadero.

La Exhortación, como es lógico, no niega la libertad e iniciativa de los laicos en su trabajo y en la sociedad civil, pero recuerda la necesidad de interactuar con el Magisterio de la Iglesia: «el cambio de época que estamos afrontando hace hoy aún más necesaria la continua interacción entre los bautizados y el Magisterio, entre los ciudadanos y los expertos, entre el pueblo y las instituciones. En particular, se reconoce nuevamente que la realidad se ve mejor desde los márgenes y que los pobres son sujetos de una inteligencia específica, indispensable para la Iglesia y la humanidad.» (DT 82).  En la praxis que suele seguir la doctrina social de la Iglesia. Analizar problemas, iniciativas y actuaciones sociales a la luz de la revelación de la tradición viva de la Iglesia.