Reseña

Por qué dar la vida a un mortal (libro)

FABRICE HADJADJ, Por qué dar la vida a un mortal. Y otras lecciones. Trad. Elena Álvarez Álvarez (Traductor). Rialp, Madrid 2020, 219 págs.

El autor, nacido a Nanterre (Francia) al 1971, es de familia hebrea, fue ateo y anarquista y se convirtió al catolicismo al 1998. Actualmente es director del Instituto Philanthropos, de Friburgo.

El libro que comentamos compilación 10 conferencias dictadas en diferentes lugares de Europa. Algunos de los temas tratados son: la alianza entre progreso y tecnologías, la pornografía, la castidad, el suicidio, la caridad, el sentido de misión.

Todo y la variedad de temas tratados en estas conferencias, podríamos encontrar un elemento que unifica sus reflexiones. Se trata del que él denomina “el gnosticismo materialista de la tecnología”, que hace que nuestra época esté dominada por un paradigma tecno-económico. Fabrice Hadjadj no denuncia la tecnología en sí misma, si no la tecnología que se erige en paradigma; denuncia la gran maquinaria tecno-comercial que promueve en la sociedad actual un dominio de la razón técnica junto con el sentimentalismo.

Las ideas de la Modernidad todavía estaban marcadas por la afirmación de la verdad, a pesar de que fuera una verdad ideológica y totalitaria; pero ahora, la Posmodernidad, está marcada principalmente por la investigación de soluciones técnicas y por el culto a la emoción. En nombre del amor, no de la verdad, se promueve el aborto, la eutanasia, el matrimonio unisex, el consumismo, el transhumanisme, … La unión de la razón técnica y el sentimentalismo han engendrado este monstruo.

Un aspecto interesante de su filosofía es remarcar el valor intrínseco de la materia como creación de Dios. En este sentido, afirma que una de las causas de las crisis actuales no es la pérdida del sentido del espíritu, sino la pérdida del sentido de la materia. Dice que “una vez se ha perdido el espíritu de la materia, se pierde también el espíritu del espíritu”. Es el que pasa con las teorías materialistas, en cualquier de sus variantes.

Es otra manera de decir aquello que escribió Sant Josemaria Escrivá de Balaguer: “nuestra época necesita devolver a la materia su noble y original sentido, espiritualizarla. Es lícito, por lo tanto, hablar de un materialismo cristiano que se opone audazmente a los materialismos cerrados al espíritu”.

Plantea una pregunta a los católicos laicos. Qué podemos hacer para superar este gnosticismo materialista de la tecnología? El laico puede caer en uno de estos dos errores: el secularismo y el clericalismo. Para el laico secularizado el César es Dios. La religión es algo que no tiene nada que ver con el mundo; la religión seria algo personal, como si fuera una sesión de fitness que nos puede producir cierta estabilidad emocional. En cambio el laico clericalizado se atrinchera en la esfera de lo sagrado. Hace dejación de responsabilidades fundamentales como ciudadano del mundo; confunde la orden temporal con la orden espiritual, no reconoce la autonomía relativa de la orden temporal.

Y Fabrice Hadjadj continúa: La divinización no nos hace superman, si no que nos convierte en más humanos. En el futuro, cada vez más, la vida ordinaria tendrá que convertirse en una vida mística. Por eso puede decir: En nuestra época posmoderna y tabla humana, decir que Dios se ha hecho hombre para que el hombre llegue a ser Dios ya no es suficiente, se tiene que añadir que Dios se ha hecho hombre para que el hombre continúe siendo humano.

Ahora más que nunca en un mundo invadido por la realidad virtual, donde la carne es cada vez más reducida a la categoría de un material y de una mercancía, la sabiduría rechaza todo tipo de espiritualismo y se manifiesta como una espiritualidad de la Encarnación de Jesucristo. Cada vez más, el que es temporal se podrá garantizar únicamente en el que es eterno, la carne en el espíritu, la razón en la fe, el que es natural en el que es sobrenatural.

La caridad cristiana consiste al unir la finitud y el infinito, el carnal y el espiritual, el hambre primaria y el fin último. No es cuestión de buenos sentimientos si no de realismo. Esta es, en nuestros tiempos de maravillas tecnológicas, la simple humanidad que la caridad divina restaura.